Historias de Ciudad Asunción

Perspectiva en sueño

El viento había estado soplando contra mi rostro, podía sentir algunos mechones rozar las mejillas, los párpados e incluso los labios. Mis ojos seguían cerrados.

Poco a poco pude hacerme la idea que estaba afuera. La brisa marina me había alcanzado, se sentía fría, pero como si diera la bienvenida. Aunque algo picaba apenas la piel de mis manos, mis rodillas y antebrazos. Era césped.

Me di cuenta que estaba sentada, sobre tierra y con las piernas cruzadas entre sí, estilo indio le dicen aunque solo hacía eso cuando meditaba... ¿Dónde estaba entonces? ¿En qué momento llegué?

No tenía recuerdos antes de estar allí. Abrí los ojos, a lo lejos había una casa, algo antigua; me invitaba a acercarme y entrar. Éramos solo las dos en aquel lugar.

Entré, la puerta estaba abierta. Hice ruido, nadie apareció. Seguí hacia dentro, por la sala, por la cocina, todo en su sitio; subí viendo que dos puertas estaban abiertas. La curiosidad era grande. La primera era la habitación de un niño, habían, libros, juguetes y dulces, pero ningún niño dentro. La otra puerta era era de alguien mucho mayor, una de las paredes repleta de viejos ejemplares de libros clásicos y otros más nuevos; en una mesa de noche una libreta cerrada apenas con un elástico, en la otra un libro junto a un par de gafas y la lámpara.

Había alguien en la cama, el edredón blanco estaba abultado sobre alguien... o algo. Una muchacha de piel pálida, labios rosas y cabello oscuro. Me acerqué con cuidado, se me hacía muy familiar, bastante.

Desperté de golpe, mi cuerpo se sacudió. Mi cabeza contra una almohada. Frente a mí, una mesa de noche con un libro, gafas y la lámpara. Había un marco con una foto, la muchacha de piel pálida, cabello oscuro y labios rosas sonrientes llenos de felicidad, detrás de ella estaba la imponente casa.

Pude reconocerla. Vi que había un niño junto a ella. Entonces me di cuenta...

... La muchacha era yo, el niño mi hijo y la casa...

... Era donde yo vivía.