Hace tiempo llegó a mí esta historia, quiero compartirla con ustedes. Laina me ha contado todo cuando iba de regreso a casa y ya nunca más supe de ella.
Septiembre, 1895
Dicen que la felicidad es pasajera que apenas se siente, tenían mucha razón. Hace ya muchos años, me atreví a hacer algo que no había pensado en hacer, no lo había planeado... me enamoré. Ocurrió de una forma muy inesperada, demasiado inesperada, incluso alguien tuvo que decir que lo estaba para darme cuenta de todo lo que me estaba ocurriendo porque yo me sentía enferma y a punto de morir.
— ¿Quién es el afortunado? ¿Ya le dijiste?
Preguntaba mi prima, era dos años menor que yo, pero ya tenía dos hijos y yo apenas experimentando algo que se siente en la adolescencia. Me di cuenta entonces que no sabía cómo responderle porque no podía decir ese nombre, no podía decirle quién era porque mi madre entraría tirando la puerta de una patada gritando a los cuatro vientos cómo era posible que me gustara una persona así. Aclaro que este hombre no era mediocre, no era un vago drogadicto, era lo contrario y no lo digo porque me gustaba, lo digo porque era real.
— No, no sabe nada — dije ignorando la primera pregunta — aún no le diré nada, quiero estar segura de algunas cosas antes de poder decir algo y sabes cómo es mi madre. — Es cierto, aunque sé que se alegrará — dijo y desvió la mirada porque era más que obvio que mi madre era la única que esperaba nietos y yo no había aceptado a nadie todavía —, lo digo con buena intención, en serio. — Lo sé, tranquila. Por ahora he logrado asimilar que todo esto tiene un significado y no estoy enferma. — Lástima porque hubiese venido Daniel a verte. — No lo creo, él no es esa clase de doctor.
Mi prima se sonrió como si supiera algo que yo todavía ignoraba, se levantó y salió de la habitación viéndome con esa sonrisa todavía en su rostro. Me había dejado con una duda grande, quería saber qué cosas sabía ella o si nada más era una táctica para sacarme información. Muchas dudas, ni una sola respuesta. Frustrante. Pero a todo esto ¿Por qué es este mi paraíso?
¿Qué más iba a querer yo siendo tan joven e ignorante en ese tema? Con el simple hecho de saber que no estaba enferma a punto de morir, sino que estaba enamorada y no podría evitarlo aunque quisiera, aunque mi cerebro gritara que olvidara. Al mismo tiempo mi mente hacía ideas, planes, conversaciones para poder decirle a este hombre que tenía fuertes sentimientos por él; en público la etiqueta de una señorita, el comportamiento que se esperaba de mí, me salvaba de no hablar más de lo necesario y es que lo veía por la calle, saludaba y actuaba en automático porque mi corazón palpitaba demasiado.
Lo conocía desde pequeña, la diferencia no era mucha. No me hizo sentir mal si le acompañaba al contrario de mi hermana que me ocultaba si pasaba alguien de su edad, a Daniel no le molestaba mi presencia frente a sus amigos. Me compartía sus libros, me enseñó tantas cosas hasta que se fue al internado y sus estudios sobre la mente humana lo hicieron distante, hasta que el destino nos acercó de nuevo fue que pude escuchar como palpitaba mi corazón y cómo el rostro se me ponía caliente. Entonces había caído "enferma", ahora el dilema era decirle a ese gran amigo que sentía algo por él.
Mi paraíso había sido compartir tanto con él otra vez, aprender tantas cosas de él y según me decía él lo hacía de mí también, sentí que era el mejor cumplido que me habían dado. Había sido un peculiar caballero conmigo, en ocasiones seguía la etiqueta y en otras me dejaba tomar decisiones o dar mi opinión en público, algo muy curioso para entonces. No era usual que sonriera, "es muy serio" decían aunque yo siempre vi su sonrisa en cuanto sus ojos me notaban. Era mi jardín del Edén, aunque no había dicho nada a nadie, no estaba pidiendo su atención, él seguía siendo mi muy querido amigo, la confianza era como antes, como si los años no hubiesen pasado. Me gustaba por como era, su inteligencia, su forma de expresarse, de actuar aunque todos los hombres debían vestir de ciertas maneras, él tenía algo muy único en sus trajes. Me gustaba todo y a la vez no sabía decir por qué.
Parecerá superficial, un poco iluso, pero déjame decir una cosa también, nunca dejé de recibir cartas suyas aunque estuviera en su internado o estudiando en la universidad. Parecerán excusas, no lo sé, lo que sí, es que llegó una espinita.
Mayo, 1896
Entre una tormenta, John, el mejor amigo de Daniel, llegó a casa. Pidió hablar conmigo y aunque Clara no quería dejarme sola, le prometí contarle todo cuando la visita se fuera, un poco intranquila salió de la sala dejándome sola con aquel otro amigo y vecino. Me preocupaba la expresión de su rostro, estaba un poco pálido y el color de su piel era un poco más morena.
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Historias de Ciudad Asunción
Misteri / ThrillerLas historias de Ciudad Asunción (diario III), es un diario que recopila distintas historias paranormales y terroríficas que le han ocurrido a Verónica o sus conocidos y que ha escrito en su diario para su lector o lectora, a quien en suma confianza...