3.33 a.m.

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Octubre, 2015.

Hace poco escuché sobre la parálisis de sueño y debo ser honesta, esto es de esas pocas veces en las que no comprendes la situación hasta que te ocurre. Siempre había pensado que esto era cosa de películas o que la razón lógica era el estrés a tal grado que hacía alucinar voces o sentir presencias, verlas incluso; pero es diferente.

Dicen que hay días y horas en los que los espíritus son más activos. Para muchos, el último día de octubre es uno de ellos, sobre todo a las 3:33 de la madrugada y también dicen que nada en el mundo te prepara para este tipo de experiencias, pero que estar en calma siempre ayuda. Siempre.

 La noche anterior, treinta de octubre, debía ir a la cama a una hora prudente, el día siguiente debía salir y la tarde la tendría ocupada con la familia. El 31 había sido mi fecha favorita y no solo por mi cumpleaños, en el que hasta entonces no había pasado nada extraordinario... o bueno, ya me había acostumbrado a ciertas manifestaciones como cosas que se caen, voces, pasos... ya era algo a lo que no le daba importancia.

Pero esa noche fue diferente. Me había quedado dormida sin darme cuenta, estaba bocabajo, abrazada a la almohada; mi espalda estaba cubierta por el largo camisón blanco y el edredón verde con flores amarillas. Llevaba ya un buen rato acomodada de esa manera cuando sentí que alguien pasaba sus largas uñas por la piel de mi espalda. Rozó con suavidad, desde mis hombros hasta la parte de las caderas. La piel se me había erizado, no había abierto los ojos, pero de hacerlo no podría ver por la oscuridad.

Volví a sentir esas uñas pasar por toda mi espalda como buscando dejar algún tipo de marca porque ya no era solo un roce, podía sentirlo más profundo. Y una duda llegó a mi cabeza ¿No llevaba un camisón que llegaba hasta mis tobillos? ¿Cómo entonces esa persona me tocaba con tanta libertad?

No sé en qué momento ocurrió pero mis ojos estaban abiertos, apenas pude distinguir alguna cosa dentro de la habitación por las gruesas cortinas. Traté de buscar con la vista algo, lo único que pude distinguir fueron los números del reloj en la pared marcando las 3:33 a. m con las agujas negras sobre el fondo blanco, era una suerte que el tenue rayo de luz blanca se colara.

Pero aquel vistazo puso el ambiente pesado, cerré los ojos, no sé por qué lo hice. Sabía que era la segunda vez que pasaría.

Mi cabeza empezó a doler, la parte de atrás me ardía y dolía bastante, no entendía, lo único que me causaba dolor de cabeza era no beber mi única taza de café durante la tarde, pero no era el motivo, estaba segura de eso. Respiré, tratando de no hacer ruido. Tenía que enfocarme en ese dolor y así lo hice. Fue entonces cuando volví a sentir esa enorme mano.

La palma de la mano estaba apoyada en mi cabeza, justo detrás de la oreja, los cinco dedos en la parte trasera del cráneo. ¿En qué momento estaba ahora recostada de mi lado derecho? Como si fuese una fruta que debía aplastar con sus manos. Me empujó contra la almohada, la cabeza me dolía demasiado, yo sabía que eso no le bastaría, pero lo estaba disfrutando mucho.

La tercera vez no solo me presionó el cráneo. Pude sentir como subía a la cama, el peso que triplicaba el mío y se posicionaba de manera que parte de su enorme cuerpo invisible estaba encima del mío y la otra parte quedaba detrás como no queriendo que me moviera. Me había aprisionado y me faltaba el aire.

Presionó una vez más, me dejó respirar. Pasaron apenas unos segundos para que lo volviera hacer. Con más fuerza. Sentí entonces que el ambiente se hacía ligero, pero aún hostil.

Abrí los ojos, debía hacerlo y vi luz. El reloj marcaba casi las siete de la mañana.


             Junio 09, 2019

Esta no es la primera vez, ha regresado desde octubre hace cuatro años. Está esperando el momento oportuno para actuar. Sabe que no ha llegado, también yo lo sé. Está ansioso y eso también me afecta aunque no entiendo por qué yo...

Siempre existe la oportunidad en la que el sueño que tenemos se queda muy grabado, ya sea por esa misma rareza o por lo que sentimos. En ocasiones es curioso sentir algo muy vívido, un abrazo o una caricia, pero despertamos y es cuando sabemos que era un sueño. Existen otras en la que no despertamos, dejamos que siga el sueño, podemos hasta controlarlo; este es un sueño lúcido. ¿Sabes? Hay veces en las que dudo que haya sido un sueño, pero te contaré ya que ocurrió y por qué la información que te di.

Esa vez sentí que algo estaba en mi frente aunque no lo pude distinguir tan rápido, sin pensar tanto traté de moverme, pero no podía. Respiré profundo tratando de darme valor y calmarme; sentí entonces que una mano enorme tocaba mi cabeza, pero no solo eso, un largo y delgado pulgar acariciaba mi frente. Hacía presión, aunque no como cuando se quiere quitar una mancha de la pie sino como sabiendo que pronto sería de su propiedad. Podía sentirlo.

Quise abrir los ojos, pero no podía, intenté dos veces sintiendo que el esfuerzo había sido en vano, mis párpados estaban como pegados. Sentí entonces otras presencias más por lo cargado del ambiente, eran de menor tamaño, pero la figura oscura y humanoide rodeaban mi cama. Lo sabía porque su figura estaba en mi mente y lo que sea que fuera sabía podía sentirlo de esa manera. De un momento a otro quedaban solo dos de esos menores además de la figura enorme que seguía en su sitio acariciando mi frente.

Había maldad en el ambiente y un sentimiento de que la victoria para aquel ser estaba cerca. Me quería a mí... pero no poseerme, quería mi cuerpo vacío.

No recuerdo como ocurrió, pero llegué a poder verme sin que ellos lo notaran. Me venía acostada, rodeada de esas cosas a las que no podría definir y solo pude pensar en demonios. Vi que tenían enormes dientes afilados y rojos como si hubiesen bebido sangre. Sus cuerpos eran extraños, alargados, negros, al igual que sus manos. Cuernos enormes en sus cabezas; los dos pequeños tenían ojos amarillos y el grande a veces dejaba ver rojo en los suyos.

Recordé entonces algo que había leído y lo invoqué rezando, pero no pude ver más que algo brillante que acabó con los demonios menores en segundos, pero el grande... se retiró. Su furia se sentía. Hizo una promesa no verbal de volver por mí. Desperté llorando y agradecida con aquello que había llegado a salvarme, al menos por aquel instante.

Lamentablemente aquella enorme cosa oscura ha estado cerca. Por el rabillo del ojo he podido ver sus manos, su sombra pasar... presiona mi cuerpo contra la cama cuando quiero despertar aunque sé que está débil. No me deja respirar antes de abrir los ojos y se siente ya bastante frustrante porque no sé qué más podría hacer además de aquella luz que me salvó una vez...

... Eso porque... cuando me veía al espejo, mi reflejo no era el único allí, había una sombra muy densa, grande, de ojos rojos y sonrisas malvada con colmillos ensangrentados.

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