Prólogo

358 23 32
                                    





—Vamos a llegar tarde— el moreno retiró el cigarro sin prender de sus labios, mirando al más alto con obvia irritación.

—Que se jodan— murmuró mientras tanteaba con el mechero, —no se van a morir porque nos retrasemos un poco—

—Pero puede que avisen a tu padre; entonces morirás tú—

—Si tienes tantas ganas de irte, vete— Ace no lo dudó antes de retomar su camino al instituto. Murdoc chistó, encontrándose solo en mitad de la húmeda calle. Se acomodó el abrigo. Copular era tan cobarde que ni siquiera podía permitirse un retraso a la estúpida clase química; no es como si le fuese a servir. No iba a dedicarse a la química después de todo. Miró al cielo, nublado como cada día, percatandose una vez más de que no tenía una mínima idea de lo que quería hacer en un futuro. Lo más probable era que terminase tirado en las calles de su barrio, suplicando por unas monedas mientras las ratas se preparaban para roer los dedos de sus pies. Alzó las cejas mientras exhalaba el humo; no sonaba del todo mal. Mejor que acabar alcohólico, con dos hijos que mantener, aunque lo único que le faltase fueran los niños.

Deambuló por las calles, cabizbajo, pensativo como siempre estaba. Cualquier persona que hubiese pasado podría jurar que incluso podía escuchar los engranajes en la cabeza del joven moverse ferozmente. Pero parecía que iba a comenzar a llover y el más joven de los Niccals no podía darse el lujo de resfriarse. Se dirigió al colegio a paso rápido y su sorpresa fue preocupante cuando no encontró al grupo habitual en los pasillos. Las aulas estaban vacías y un escalofrío le recorrió la espalda al acordarse: era el día para elegir una extraescolar. Corrió, porque sabía que las plazas eran limitadas. Baloncesto, sin plazas; fútbol, sin plazas; natación, sin plazas...

—Mala suerte, Niccals— escuchó tras él, —sólo queda una extraescolar con plazas libres— le señaló el puesto a su izquierda.
Ballet.

Freaks | studocDonde viven las historias. Descúbrelo ahora