꒰capítulo nueve꒱

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❝ ¿sunoo? ❞

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❝ ¿sunoo? ❞

Sunghoon entró a su departamento, haciendo silencio al notar que no había ninguna luz encendida, que no se escuchaba ningún ruido.

Miró hacia la cocina para encontrar todo tal como lo había dejado, en la mesa del comedor no había rastro de que alguien la hubiera utilizado.

El lugar estaba tranquilo, demasiado.

—¿Sunoo? —llamó el pelinegro, en su pecho, la idea de que se lo habían llevado, de que lo habían encontrado, creció y se convirtió en miedo.

Arrojó el bolso de la universidad al suelo, lanzando las llaves a la mesa, mientras un 'No' murmurado se repetía en sus labios.

Entró a su cuarto, para, de nuevo encontrar todo tal como lo había dejado, al menos los primeros segundos, hasta notar las sábanas desordenadas y el bulto que de escondía bajo estas. Se acercó a paso acelerado a la cama, levantando las sábanas con brusquedad.

El olor a tristeza y melancolía, que cubrian el olor propio del chico, lo golpearon como si fuera una cachetada.

El omega se irguió en la cama para intentar tomar las sábanas, pero Sunghoon las arrojó al suelo al ver lo que quería.

—¡Sunoo! ¿Qué...? ¿Haz hecho un nido?

El omega no contestó, sin siquiera mirarlo, se volvió a girar para volver abrazar la almohada, dándole la espalda mientras escondía el rostro en la misma.

—Y-yo...

Sunghoon esperaba que el otro dijera algo, no sabía cómo reaccionar.

Dentro de su pecho, su lobo estaba preocupado e inquieto.

De nuevo, se dió cuenta de cómo Sunoo podía hacer volver su subconsciente animal.

Él no sabía cómo actuar, y su lobo interior le pedía tomar el control.

Decidiendo hacerle caso a su lobo, por primera vez en mucho tiempo, tomó a Sunoo por la cintura, alzandolo un poco a tiempo que este soltaba la almohada para forcejear con él para que lo liberara.

Sunghoon se sentó en la cama, haciendo que Sunoo se acomodara sobre su ragazo. Quedando frente a frente, acomodó al omega para que este apoyara el rostro en su pecho, y él llevara los labios entre el cuello y el hombro del menor, en lugar donde, algún día, habría una marca de mordida.

Aún con el collar entre medio, el gesto logró calmar a Sunoo, era un punto bastante sensible para los omegas, donde se conectaba más, de una forma física, a su lobo interior.

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