Un mes.
Ese era el tiempo que había pasado desde el incidente ocurrido en la casa de Han Seok.
También era la cantidad de tiempo que llevaba sin ver esas hermosas y tímidas sonrisas que cada tanto se escapaban de sus labios, era el tiempo que llevaba sin escuchar su dulce voz, la cual casi siempre parecía escucharse temblorosa como si tuviera miedo de cometer algún error.
Durante todo ese tiempo, no había pasado día alguno sin ir a verlo, sin pasar al menos un minuto a asegurarse por si mismo de que estuviera estable.
Pero después de encargarse de Han Seok, esos cortos minutos libres que tenia para verlo por fin se pudieron convertir en horas, horas que pasaba en silencio junto a la cama del hospital sin quejarse en lo absoluto en ningún momento.
Siempre en silencio y admirando cada detalle de el, con tranquilidad pudo descubrir cada maravilloso detalle de cada porción de piel a la vista que tuviera. Cosas que antes se le habían pasado por alto, como pequeños y casi imperceptibles lunares, ahora eran detalles que amaba y que si se lo pedían podía recitar de memoria en que parte en especifico se hallaba casa uno de ellos.
Para su suerte había un pequeño sillón, bastante cómodo, de un color marrón claro ubicado justo a un lado de la cama. Paso tardes enteras en este, casi siempre sujetando un libro en su mano diestra mientras la otra la ocupaba para sostener la de Han Seo. Era un tanto incomodo en ciertas ocasiones, como cuando tenía que dar vuelta la página por ejemplo, pero no le importaba en lo absoluto, pues era infinitamente superior la tranquilidad que afloraba en el cuando podía sentir la sutil, pero presente, calidez de la mano ajena.
Esa calidez que estuvo a punto de perder, pero que tampoco estaba del todo seguro de volver a recuperar.
Y es que, a pesar de que sus heridas físicas ya estuvieran curadas casi por completo, Han Seo no despertaba, ningún médico podía hacer nada en esas instancias, por lo que siempre que preguntaba recibía la misma respuesta; —"Todo depende de él."
No podía evitar sentirse extremadamente frustrado por ello, después de todo lo que había hecho para sacar del medio a Han Seok y así poder liberarlo a el junto al resto de personas a las que les había hecho daño... ¿Acaso había llegado demasiado tarde?
Sabía que Han Seo no era una persona débil, muchos alfas no podrían soportar ni un cuarto de las torturas que el soporto siendo omega.
Pero el miedo de que no pudiera sobrevivir a esto estaba demasiado presente, casi nadie lograba sobrevivir a un lazo roto.
Un lazo que claramente había sido forjado en contra de su voluntad, y quizás en contra de la voluntad de la mismísima madre naturaleza. Era algo que lo había mantenido atado por años a una persona, y ahora que estaba roto, aún lo mantenía atado, solo que esta vez a una cama.
Era indignante ver el como, incluso muerto, Han Seok era capaz de arruinar la vida de su propio hermano de esa forma.
Pero también era increíble el como Han Seo se seguía aferrando a la vida de todas formas.
Soltó un suspiro cansado cuando se dio cuenta de que nuevamente se había perdido en sus pensamientos negativos y negó para si mismo mientras dejaba el libro que había estado leyendo en un costado.
Levantó la vista hacia el pequeño pero útil reloj que había colgado en la pared y vio con sorpresa como este le indicaba que ya habían pasado quince minutos de la medianoche, no era muy tarde, pero debía levantarse temprano por la mañana por lo que ya no se podría quedar mucho tiempo allí.
Sopeso la idea de simplemente dormir en el sillón en el que se encontraba ahora mismo, pero lo único que lograría sería tener contracturada la espalda como en las veces anteriores en las que había hecho lo mismo.
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il mio omega || VinSeo
FanfictionVincenzo le brindaría a Han Seo todo el amor, el cariño y la comprensión que nadie le había brindado en ningún momento de su vida. Así como también se encargaría de borrar todo rastro de Han Seok de su cuerpo, incluido ese lazo roto que manchaba el...