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Los días siguientes después de haber despertado fueron bastante caóticos, incluso a pesar de estar acostumbrado al ajetreo cotidiano.

Los ruidos no le molestaban en lo absoluto, en cierto punto, el ya estaba acostumbrado a lo ruidosos que podian llegar a ser los habitantes del edificio, a el no le molestaba el hecho de que no se pudieran contener a pesar de estar dentro de un hospital, pero a las enfermeras si, y mas de uno ya se había llevado algun reto de parte de alguna de ellas.

No le importaba y, de hecho, creía que a ellos tampoco, pero al que si solía molestarle bastante aquello era a Vincenzo, que solía echarlos de la habitación para que dejaran descansar a Han Seo.

El omega solo se reía al apreciar aquello, le gustaba la sensación de calidez que se instalaba en su pecho cada vez que veía a Vincenzo preocupándose por detalles a los que ni siquiera el mismo les prestaba atención, tales como asegurarse de que estuviera bien cubierto por las sábanas, o como cuando le recordaba que tomara agua cuando sentía la boca demasiado seca como para hablar.

Eso era poco menos que... extraño, quizás más aún para alguien como él que estaba más que acostumbrado al trato denigrante y humillante al que lo había sometido Han Seok desde que tenia memoria —los cuales de hecho eran demasiados años como para querer darse el lujo de contarlos—.

No lo mal entiendan, el no era tonto, era perfectamente consciente del lazo que lo unía junto a Vincenzo, uno que era lo suficientemente fuerte como para poder sentirlo incluso cuando portaba la marca de su hermano en su cuello, él tenia un alfa, y no era Han Seok —aunque de hecho, en el fondo, a él nunca lo había considerado como uno— su alfa era Vincenzo y ahora mismo tenia la dicha de tenerlo a su lado, pero a la vez, la desdicha de no poderlo disfrutar, y todo por culpa de esa marca que de alguna forma se podría decir que adornaba su cuello.

Era frustrante, pero a pesar de que su hermano estuviera muerto, aun no se había liberado de las cadenas que lo aprisionaban a el.

Una punzada de dolor zurco por su cuello y no pudo evitar contorsionar su rostro en una mueca rara ante ello, para su desgracia, aunque intentó disimularla sus esfuerzos fueron en vano y Vincenzo, que estaba sentado leyendo a no más de cinco pasos de distancia, lo noto, dejando su libro boca abajo para marcar la página en la que estaba y sentandose en el espacio que había en un costado de la cama, con su mano diestra apoyada suavemente sobre la propia.

—¿Estas bien? —escuchó que le preguntaba de forma suave pero con un dejo de preocupación en el.

—No es nada, solo son mis músculos que todavía están algo adoloridos después de tanto tiempo de inactividad, ya se me pasara. —respondió bajando la mirada.

Vincenzo noto el gesto, por lo que posó dos dedos debajo de su mentón para asi obligarlo a levantar la mirada y que lo viera a los ojos, ahora el alfa estaba mucho más cerca de su rostro que antes, y no pudo evitar enrojecer cuando incluso podia sentir como la respiración ajena lo golpeaba.

—Se honesto conmigo... y contigo mismo Han Seo. —pronunció con voz grave— ¿Es por la marca que hay en tu cuello verdad? 

Han Seo asintió, avergonzado como si aquello fuera culpa suya.

—Los médicos dijeron que es normal que duela, la medicación que te administraron hasta ahora ayudaba a controlar los síntomas, pero tu lobo esta herido a causa de la muerte de Han Seok y eso inevitablemente atrae el dolor hacia tu cuerpo.

—Pero no me siento triste por que el haya muerto. —respondió consternado.

—No me refiero a que ni tú ni tu lobo estén tristes por su muerte, sino que tu lobo esta herido por la parte suya que Han Seok se llevó con él, es todo a causa del lazo que los mantenía atados el uno al otro. —Vincenzo tuvo que alzar su mano para remover una lágrima traicionera que se había derramado sobre la mejilla izquierda del omega.  —Ese lazo que te mantenia atado a él.

il mio omega || VinSeoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora