Capítulo 2

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Desde que era muy pequeño, a Jungkook siempre le habían gustado los trenes. Subirse a uno era como entrar en un mundo distinto, especialmente si no estaba tan lleno y podía disfrutar de su eterno arrullo de movimiento y sonido.

El recuerdo más bonito que tenía de sus viajes en tren era cuando iba con su mamá y su hermano Jimin a esa isla turística ubicada a media hora en tren de su pequeña ciudad. Iban ahí por lo menos una vez al año, en vacaciones, o en algún cumpleaños.

Amaba el olor dulce de los pastelillos típicos que se vendían en el mercado local, subir por las gradas infinitas de la callejuela principal hasta el mirador ubicado al final, con una vista increíble del mar, de las casitas de la isla y del faro. Pero lo que más recordaba de todos esos viajes era el pequeño cerro ubicado a un lado de la isla, donde se alzaba una casa antigua y derruida.

En una ocasión, paseando por la playa, algo llamó su atención. Se quedó un poco atrás de su madre y su hermano para escuchar un ruido, y se fue acercando poco a poco a una especie de sector lleno de piedras. Ahí se dio cuenta de que el sonido que lo alertó era un maullido muy débil que venía de un hoyo entre las piedras.

Se agachó y pudo ver con dificultad a un pequeño gatito marrón que maullaba asustado sin poder salir de ese lugar. Estiró lo más que pudo su brazo para alcanzarlo, pero lo único que pudo ganar fue un arañazo profundo en su mano derecha. Ardía demasiado, pero no lo suficiente como para darse por vencido. El pequeño gato lo necesitaba.

Estuvo un buen rato estirándose, hasta que el pequeño gatito pareció entender que no quería hacerle daño y se acercó a su mano con un poco de temor. Pudo tomarlo al fin y tras ponerse de pie y agarrarlo mejor con sus manos, el pequeño lo miró y maulló lo que él entendió como un "gracias". Sin embargo, se movió ágilmente entre sus manos y saltó hacia el suelo, corriendo lejos.

Jungkook lo persiguió preocupado, porque no quería que volviera a caer en algún otro hoyo de la playa de piedras, pero la búsqueda lo llevó hasta el camino que conducía a la casa vieja que Jungkook veía por primera vez en esa ocasión. Ahí, sobre la superficie que sobresalía del cerro donde estaba construida la casa, un hombre cubierto por ropajes raídos y de colores desteñidos, y una mirada felina tenía en sus manos al pequeño gatito.

Jungkook se fijó mejor y vio cómo la casa y las gradas que llevaban a ella estaban rodeadas por muchísimos gatos, de todo color y tamaño. Sin duda el pequeño gato vivía ahí y se había perdido en la playa de rocas por curioso.

¿Por qué recordaba tan vívidamente ese momento? Porque le había quedado una cicatriz de aquel pequeño gatito en la mano y porque de vez en cuando la escena se repetía en sus sueños, últimamente más seguido que antes.

*

Las puertas del ascensor se abrieron y Jungkook corrió raudo el camino a su escritorio. Era la tercera vez que llegaba tarde en dos meses y justo ese día que tenía una reunión muy importante, a su hermano Jimin se le había ocurrido visitarlo en la mañana, haciéndolo retrasar.

Antes de llegar a su cubículo, para su mala suerte, fue interceptado por su superior, Seokjin.

- Es la tercera vez, Jungkook - se puso delante de él cruzando los brazos en posición enojada.

- Lo sé, hyung, yo... lo siento, es que mi hermano... y entonces... -empezó a balbucear el menor. Era cierto que estaba ya trabajando en esa empresa de publicidad para estaciones y trenes desde hace dos años, pero si quería ascender o ser tomado más en serio, debía ser responsable, y no lo estaba siendo.

- Y justo cuando tenemos la entrevista más importante del mes - siguió Seokjin caminando delante de él hasta llegar a sus cubículos, ubicados uno al lado del otro.

El chico con la calidez del sol (TaeKook)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora