Capítulo 11

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La mañana siguiente despertó a Jungkook con un aroma a tocino frito y café recién hecho. Se había quedado dormido profundamente sobre el sofá en cuanto había llegado al departamento, tal vez a causa de los calmantes recetados por el doctor, o simplemente porque quería olvidar lo que había pasado ese día, con la caída de Hana y Taehyung salvándola como si no existiera la gravedad.

Taehyung cantaba en la cocina mientras servía en un plato lo que había terminado de cocinar. Sonriendo, se fijó que Jungkook se levantaba del sofá.

—¡Oh! ¡Buenos días! —lo saludó dulcemente —Hice todo lo posible para preparar el desayuno —alzó en sus manos el plato con tostadas y un platillo pequeño con cubitos de mantequilla.

Jungkook, adormilado aún, vio desde el sofá los platillos alineados sobre la mesa, y el aroma a huevos fritos lo levantó del lugar para ir a sentarse.

Frente a él, unos deliciosos huevos revueltos, jamón enrollado, aceitunas y tomates cortados esperaban a ser devorados. Era la primera vez desde que se casaron que Taehyung hacía algo así por Jungkook.

El mayor tomó asiento frente a Jungkook con una taza de café, como si nada hubiera pasado.

—Oye... sabes... —comenzó Jungkook. Tenían esa conversación pendiente desde hace mucho,

—¡Oh! ¡El periódico de la mañana! ¿verdad? —Taehyung interrumpió —Lo siento, lo olvidé. Voy a buscarlo, no me tardo —sonrió y se puso de pie como un rayo.

—¡Taehyung! —lo detuvo la voz de su esposo.

—Y un beso de buenos días —el mayor dijo dándose la vuelta y acercándose a su esposo para posar sus labios dulcemente en los otros. Lo miró profundamente por un momento —Come bastante, ¿sí?

Jungkook vio a Taehyung tomar su abrigo del perchero, ponérselo velozmente y salir por la puerta del departamento. Odiaba cómo se estaban desarrollando las cosas. No quería que esa burbuja de magia y amor que habían vivido durante los últimos meses se rompiera por algo que Taehyung no le quería decir. Tenía miedo a lo que pudiera estar pasando.

Tomó el tenedor para comer un poco de los huevos revueltos con todas esas ideas en la cabeza cuando de pronto tuvo un presentimiento tan repentino que lo hizo levantarse rápidamente e ir corriendo tras Taehyung.

Al llegar a la planta baja, tal y como lo había supuesto, el periódico estaba aún en el buzón con el número de su departamento y no había ni rastros de Taehyung.

No podía haber huido, no podía haberlo dejado como si nada hubiese pasado. Tras ponerse un abrigo y recoger algo de dinero y su móvil, Jungkook salió apresurado a la calle, en busca de su esposo.

—Señora Kim, soy Jungkook —hablaba por el móvil con la voz entrecortada por estar corriendo —¿Por si acaso su hijo no está con ustedes?

—¿Qué? ¿Qué Jungkook? ¿Quién es usted? —respondió la señora algo desubicada —Sí es la familia Kim, pero tal vez usted se equivocó de número.

—Cuelga el teléfono, puede ser un caso de fraude —le decía el señor Kim de fondo.

Jungkook estaba más desubicado. Miró una vez más el número al que había llamado y efectivamente era el de la casa de los padres de Taehyung.

—¿Hola? —tomó el teléfono el señor Kim algo molesto.

—Señor Kim, soy Jungkook —el menor ya estaba desesperado. ¿qué estaba ocurriendo?

—No tenemos un hijo, ni una hija, ni nada —contestó molesto al otro lado de la línea

—No... no puede ser —¿era esta una mala broma?

El chico con la calidez del sol (TaeKook)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora