Durante el resto del día, Salamandra estuvo dándole vueltas a lo que había dicho su amigo. Pero no terminaba de entender a qué se refería con "sueños extraños". Ella no solía recordar lo que soñaba, así que no podía determinar por sí misma cuál era extraño y cual no.
Estuvo leyendo un rato sobre el tema, pero lo único que encontró fueron libros con espeluznantes hechizos de sueños y un diccionario acerca del significado de cada uno. Al final, aburrida, se fue a su cuarto. «Quizás mañana recuerde que soñé y pueda determinar si fue raro o no.» Decidió.
Pero, como siempre, olvidó lo que había soñado un rato después de levantarse, de modo que fue a hablar con Fenris. No podía continuar con tan poca información. Lo interrogaría hasta que este le dijera su teoría, sus planes y (admitió que le daba mucha curiosidad) sus sueños.
Lo buscó por toda la Torre. El elfo-lobo no estaba. Se preguntó dónde se habría metido. Entonces recordó que no se había fijado en las almenas. Subió las escaleras atropelladamente y, en efecto, Fenris estaba allí, erguido como un poste, contemplando el paisaje.
-Fenris.- lo llamó ella
El no respondió, solo continuó observando el panorama.
-Fenris, tienes que decirme qué es lo que está ocurriendo exactamente. ¿Cuál es esa teoría de la que hablaste? Y, por todos los demonios, ¿Cual es ese sueño tan secreto que no se lo puedes contar ni a tus propios amigos?- Ya está, lo había dicho. Las ideas que recorrían su mente salieron por su boca con un tono dolido.- ¿Es que no confías en nosotros? ¿No confías en mí?
-Salamandra, por supuesto que confío en ti.-Respondió el elfo tras unos segundos de silencio, volviéndose para mirarla
-Entonces dime, ¿qué es lo que has estado soñando?- No tenía idea de por qué tenía tanta curiosidad por saber los sueños de su amigo, pero así era.
El elfo apretó los puños.
La chica se lo quedó mirando, expectante, pero Fenris no habló.
-¡Maldita sea, Fenris! ¡No puede ser tan terrible como para que no puedas contármelo! Además, son solo sueños, no es la realidad, ¡no puede costarte tanto contar conmigo para que te ayude!- Las lágrimas afloraron a sus ojos. Parpadeó para contenerlas.
-¿Quieres que te diga que es lo que he estado soñando? Pues aquí va: Contigo. Cada noche, sueño contigo. Y no puede ser, porque Gaya es mi compañera, pero cada vez que me despierto tengo que contener el deseo de ir a tu encuentro para besarte, como lo hago en mis sueños. Tenía vergüenza de decírtelo, pero esa es la verdad.
Ella se quedó estupefacta. Hubiera esperado de todo menos eso. No era posible que Fenris la deseara, después de todo lo que había hecho para mantener las distancias con ella...
Casi sin darse cuenta, Salamandra avanzó un poco, hasta que sus narices casi se tocaron. El elfo se inclinó para besarla...
Un terrible trueno la despertó sobresaltada. No era posible. ¿Dónde estaba Fenris? Había estado a punto de besarla... «¿Fue un sueño?» Se incorporó, pero tuvo que volver a acostarse, con un gruñido. La cabeza le dolía horrores y sentía el cuerpo débil. «Vamos, Salamandra, levántate. ¿Qué diría la gente si viera a la gran Bailarina del Fuego en este estado?» Reunió las fuerzas necesarias y consiguió levantarse. Miró por la ventana y vió que ya era de día, pero que una fuerte tormenta tapaba la luz del sol.
Tambaleándose, se cambió y salió de su habitación. Tenía que encontrar a Fenris y contarle acerca de su sueño. Un momento. No podía contarle su sueño. Sería como humillarse a sí misma a propósito. ¿Cómo pensaba decirle al elfo que había soñado que él la besaba? Sacudió la cabeza. Tenía que hacerlo. Él le había dicho que ante cualquier sueño extraño que tuviera, le avisara. Y vaya que ese había sido uno. Hubiera jurado que estaba en las almenas, y no dormida en su cuarto.
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Crónicas de la Torre 4: La artista de los sueños
Fiksi PenggemarLuego de cerrar la puerta al mundo de los espíritus, Dana cayó en coma y sus amigos no han podido despertarla. Poco a poco tratan de continuar con sus vidas en la Torre, cuando empiezan a tener extraños sueños que no son capaces de evitar o controla...