Su desayuno fue servido en un hermoso platillo de plata, tenía varias opciones para elegir de entre ellas, pero noto como los ojos de Sukuna se clavaron una vez más en él. Éste también decidió mirarlo, pero con el ceño fruncido, odiaba que lo mirasen cuando estaba a punto de comer, eso siempre se le hacía incómodo, dejó la dona que tomó con sus manos en el mismo lugar que la encontró.
Comenzó una batalla de miradas, no notó el noto tan puro que era el rojo que llevaba en sus ojos el alfa, nunca vio ninguno igual, parecían como aquellos rubíes tan costosos que su madre heredó de su abuela, la extrañaba mucho, había muerto unos días después de que este apenas cumplió los siete años, nunca supo la razón por la que falleció tan repentinamente, pero jamás se animo a preguntarle a su madre, al igual que jamás pregunto por su padre.
Se sorprendio al ver al de cabellos rosas acercase lentamente hasta el, se sentó a su lado, pero sin que ninguno dejará de mirarse el uno al otro. Por mucho que a Sukuna no le gustará el color azul, en los ojos del azabache se veían hermosos, y no dejaba de mirarlos, parecía una droga la cual no podías dejar de mirar, le recordaba mucho al mar, al cual iba en todos los veranos, pero verlo en sus orbes le parecía pacífico aunque podía notar dolor y furia en ellos.
-Si no comes se va a enfriarse, o quizás quieres que te lo de directo en la boca - le gustaba que se molestara con cualquier mínimo comentario que hiciese.
-Puedo comer solo, no soy un inútil- no le gustaba que pensaran que por ser un omega tendrían que servirle todo por ser más débil que un alfa o beta, aunque sabía que solo lo dijo en broma no se lo tomó bien. Siempre le subestimaron, en su clan cuando todavía lo dejaban entrenar era mucho más fuerte que algunos alfas, y estos al notar aquello lo echaron y nunca más lo dejaron participar de los entrenamientos, sería demasiado duró para ellos ser más débiles que un simple omega.
Tomó con una cuchara un trozo del pastel de chocolate que estaba junto a cientos de cosas más, no sabía que podían desayunar tanto, y eso que de hecho podía pedir lo que el quisiera a parte de lo que le servían. Su textura era suave y esponjosa, estaba dulce a la medida perfecta, sonrió ante tal maravilloso sabor.
Uraume, entró por las puertas, no se dio cuenta que estaba solo hasta que este llegó, o tal vez tenía demasiada hambre en ese momento como para estar pensando en otra cosa aparte de el delicioso pastel.
-Sukuna-sama volveré dentro de cinco días como siempre, en esos días Inumaki-kun se encargará de Fushiguro-sama- la única persona que conocía se iría por cinco largos días, pero no sabía el porque ni para que, tuvo curiosidad, vio como el de mirada rosa llevaba una pequeña maleta consigo.
-A donde irá Uraume? -su curiosidad terminó por ganarle y pregunto.
-Les doy a todos los empleados casi una semana para que visiten a sus familiares o hagan lo que deseen con ese tiempo- no creía que de verdad este fuese el emperador que la gente tanto temía, era mucho mas amable y considerado de lo que imagino, solo emitió un sonido de sorpresa y siguió comiendo hasta quedar satisfecho, ya no le importaba si seguía sukuna allí o no, quería irse a su dormitorio y pasar el resto del día quizás leyendo algún libro que se encontrará en los estantes.
Por su mente no de cruzo que tendría que casarse tal vez ese mismo día, por lo cual fue lo antes posible a encerrarse en el lugar, estaba cansado de tener que soportar todo eso y que nunca pudiese hacer nada al respecto, pero esa era su triste vida.
Cuando llegó, se tiro en la cama y se hizo bolita. Deseaba al menos ser feliz, al ver por la ventana diviso que en yacían cientas de hermosas flores en los extensos jardines, tuvo una inmensas ganas de ir hasta allá y poder aspirar el dulce armo que de seguro desprendían.
ESTÁS LEYENDO
A tu lado [Sukufushi]
FanfictionAl chile la verdad no que que colocar aquí, bueno pasen y lean esta historia espero que les guste.