CAPÍTULO 5

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Sin saber nada de lo que sucedio, el azabache seguía leyendo felizmente sus libros, mientras que en su antiguo hogar la sangre de su madre estaba esparcida por todas partes al igual que su hermana, aunque ya había muerto aún así la despedazaron, era una escena de horror, Rika cargaria con aquel trauma por el resto de su vida, se la llevaron para utilizarla como una esclava, lloró por todo el camino, gritos y lamentos salían de sus pequeños labios rosas, no soportaban escucharla llorar.

—¡¿Porque hicieron eso!? Eran la única familia que tenía!...—su voz apenas salía, estaba completamente quebrada, sus ojos hinchados de tanto llorar le dolían, pero toda su alma le dolía aún más.

—¡Cállate maldita basura infeliz! O quieres terminar como esas dos!? Podrías tener algún futuro en el clan al ser una Alfa.

—Prefiero ese destino a estar con gente como ustedes— a pesar de su corta edad, tuvo que madurar mucho antes que cualquier niño, sabía que si iba con ellos tendría una vida mas miserable de que tendría ni so estaba con ese clan tan atroz.

—¡Bien pues te quedaras en este bosque y morirás aquí! —era cierto que decían que en aquel sombrío bosque albergaban varias criaturas, por esa razón nadie iba allí, no la mataría como hizo con las demás, la dejaría morir de hambre o de alguna cosa, no podría saber como llegar a algún lugar, el pueblo mas cercano aún quedaba a una hora, la bajaron del carruaje y siguieron con su camino.

La niña no supo que hacer, y caminó adentrándose al bosque, varios sonidos se oían, pero tenía que salir de ahí, pero no tenía a donde ir si lograba salir, siguió por mucho más tiempo hasta que sus piernas de dejaron de funcionar, había caminado bastante pero aún así parecía que nunca saldría, comenzaron a caer lentamente por sus mejillas unas pequeñas lágrimas, no podía ir a ningún sintió, nadie sería tan amable como la señora Fushiguro que se había convertido en la madre que siempre quiso, su verdadera madre la golpeaba todos los días junto con su padre, pasaba hambre, frío, tristeza y miles de cosas por las que ningún niño tenía que pasar, se había alegrado cuando la abandonaron, no soportaba quedarse con las personas que le dieron la vida, nunca podría agradecerle todo lo que aquella omega hizo por ella sin pedir nada a cambio, la acogió en su hogar y la cuido como otra hija más.

Se alegro al saber que entre todo el sufrimiento por el cual paso, pudo albergar un hermoso sentimiento de felicidad con su familia postiza. Se recosto en uno de los cientos de árboles y abrazo sus piernas, hacía demasiado frío, sus manos y pies estaban rojos de tanto frío, ni siquiera logro colocarse unos zapatos antes de que se la llevaran, y la tiene le estaba congelando la piel.

Oyó unos pasos acercarse hasta ella, giro a todos lados, había una pequeña posibilidad de que se tratara de una persona que la sacara de allí, pero no encontró a nadie, aunque aquel sonido seguía escudándose cada vez más cerca, pero parecía que eran más de uno.

Por fin pudo ver quienes eran, no eran personas, no se alegro si se puso triste al ver una manada de lobos hambrientos frente suyo, no logró sentir ningún sentimiento. Cada vez estaban más cerca, y saltaron hacía ella.

La sangre se marchó de sangre y consigo Megumi perdió a todos los que consideraba su familia, quedo completamente solo sin saberlo.

Por fin terminó un libro después de varias horas solo leyendo, estaba algo cansado por hacérsela pasado sin moverse por tanto tiempo, y su estado de ánimo no era el mejor, ya que la historia que contenía el libro que acabo de terminar era algo triste, se le hizo raro que nadie viniera a avisarle sobre alguna cosa, salio de su dormitorio, y noto que seguía trayendo la misma ropa desde que llegó, queria darse un baño y cambiar su ropa por una más como con urgencia, y más aún porque el kimono que llevaba puesto provenía de su clan, no quería nada de ellos, ni siquiera su perdón si se arrepentian por todo lo que le hicieron desde que tenía uso de la razón.

A tu lado [Sukufushi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora