CAPÍTULO 7

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No podía creer lo que le dijo, se dio cuenta de que la gente era realmente cruel, como alguien le haría eso a su hijo, sus problemas no eran nada al lado de los del Alfa al que tanto desprecio le tenía.

Quería arreglar las cosas y pedirle disculpas, pero en realidad no sabía como lo haría.

Inumaki le ayudó a vestirse luego de salir del baño, estaba demasiado ocupado pensando en como le pediría disculpas a tener vergüenza como normalmente tendría.

Le agradeció por ofrecerle su ayuda y salió del lugar, sus pasos eran lentos y tranquilos, no tenía prisa de encontrarlo, o tal vez ni siquiera quería.

Estaba algo triste, por alguna razón su pecho le dolía sin saber el porque, sintió que algo no estaba bien, y no saber el porque le mataba, nunca fue de esa forma.

Sin fijarse paso de largo frente a Sukuna, estaba perdido en sus pensamientos. Este notó lo distraído que se encontraba hasta el punto de casi chocar con uno de los pilares, pero pudo retroceder y detenerlo a tiempo jalandolo con cuidado de brazo.

Quiso hablarle, pero recordar todo lo contado por Inumaki le afectaba, y más aún ver como el de rosados cabellos le sonreía como si nada, al principio creyó que era la persona más odiable, desñreviable, y todas las cosas más horrendas que se le pudiesen decir a alguien, pero en realidad mentalmente se había dicho que ese puesto le quedaba mucho mejor a él.

Unas pequeñas lágrimas se formaron a los costados de sus orbes azulados, se sintió terrible, se dio cuenta que en todo ese tiempo se volvió egoísta, solo se preocupaba por si mismo y que sus problemas eran los únicos que existían, sabía que varias personas pasaban por injusticias y el se quejaba por que lo dieron a vivir en un palacio con todas las comodidades.

Un nudo en su garganta se formó, le impidió hablar, dio unos pasos hasta el Alfa, pero la reacción de este no fue mas que sorpresa al verlo hacer algo que nunca se le ocurrió que haría el azabache.

Lo abrazo.

Necesitaba aquello desde hace semanas, necesitaba alguien en quien apoyarse, sus lágrimas fueron cayendo lentamente, hundió su rostro en el hombro del Alfa, se sintió bien cuando este le correspondió el abrazo, su calidez era inexplicable, sintió que podría quedarse dr aquella forma por siempre.

El mayor acarició con suavidad sus oscuros cabellos, no recordaba la última vez que alguien lo abrazo y olvido como se sentía la sensación de uno.

No podía explicarse el porque lo hizo, de pellizco discretamente una de sus manos para asegurarse de que no se tratase de un simple sueño, y para su sorpresa no lo era.

El omega se separo lentamente mientras que con sus delicadas y finas manos se cubría su rostro y se limpiaba sus mejillas llenas de lágrimas.

Era vergonzoso para el dejar que alguien lo viese llorar, ni a su madre le dejaba, nunca era muy expresivo con sus emociones con los demás, siempre las mantenía ocultas bajo su mirada seria, hacer eso también traería problemas a largo plazo, por aquella razón, se le hacía difícil entablar una amistad con los demás y más lo tímido que era, fue como un combo perfecto.

—Perdón— apenas se le oyó decir, pero fue bastante audible para sukuna que se encontraba incrédulo. Había hecho algo malo o indebido no estando el presente?

No lo sabía, por el carácter del omega no espero escuchar nada de eso, pero entonces, porque le estaba pudiendo perdón?

Quiso tomar con sus manos las mejillas del azabache y limpiar las pequeñas lágrimas que todavía quedaban, pero tenía hasta suerte si le hablaba, sería atrevido hacer aquello, Fushiguro era como una bola de cristal la cual nadie tenía derecho a tocar a menos de que algún ser divino te lo permitiese, el lo veía así. La frase ''se mira pero no se toca'' le quedaba perfecta.

A tu lado [Sukufushi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora