prólogo🍥

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Madi llegarás tarde ¡Y no voy a volver a repetirlo!

Ya voy... —murmura Madi adormilada, despertarse por los gritos de su madre no era un buen inicio del día, por lo que estaría de mal humor el resto de la mañana.

—¡Dejen de hacer eso! ¡Me rompen otro adorno más y los dejo en la casa de su tía Cheryl! —amenaza Ronnie hacia sus otros dos hijos que al parecer había callado sus carcajadas al escuchar nombrar a su querida tía Cheryl.

Madison, había crecido tanto y ya no era una bebé que vivía con sus tíos como era antes. Y se lo había dejado muy claro a su padre y tíos que seguían tratándola como aquella niña traviesa de tres años, aunque no se quejaba, adoraba tener la atención de ellos.

Ya tenía quince años y pronto cumpliría los dieciséis aunque aún falta mucho tiempo—. Era una hermosa joven de ojos azules y su cabello se había aclarado un poco a lo largo del tiempo, había crecido no mucho como esperaba pero está bien. Lo único que no había cambiado en ella era su fuerte carácter e inteligencia, además de seguir siendo la consentida de su padre y tíos.

Sus dos hermanos menores también habían crecido, causando más peleas entre ellos, pero los soportaba.

Su mamá, Ronnie no paraba de regañar a sus tres hijos, mientras más crecían más rebeldes se volvían. Aunque siempre andaba sobre ellos recordándoles cuanto los ama y orgullosa que está de ellos. La ama mucho.

Sus tíos no cambiaron mucho, seguían siendo esos idiotas con los cuales podrías reír horas y horas. Pero se estaban volviendo sobreprotectores cuando se trata de que Madi sale con sus amigas.

Sus tías seguían siendo esas dulces chicas que conoció cuando era pequeña. Si bien ahora estaban más concentradas en ser buenas madres, no dejaban de lado el disfrutar de su vida y mandarse una que otra broma pesada con los demás.

Y en cuanto a Jughead... Madi adora a su padre y no es novedad para nadie, todos saben como era su trato. Seguía siendo el mismo ojiazul medio loco e inmaduro pero el mejor padre del mundo. Madi crecía y Jughead se angustiaba ver como su pequeña ya no era una bebé, pero sabía que era parte de la vida ver a su hija crecer, siempre serían mejores amigos.

Madison estaba sentada en su cama, mientras miraba un punto fijo y bostezaba. Tendría que prepararse pronto o llegaría tarde al colegio, pero un peculiar toque en su puerta hizo que sonriera.

Era su padre.

—Puedes pasar —rie Madi, habían acordado hacer un código entre ellos al tocar la puerta, para los demás era extraño, para ellos divertido.

—Buenos días, princesa —entra el pelinegro con el desayuno preparado en una bandeja para su pequeña, que sonríe feliz al verlo.

—Buen día, papi. ¿Hay algo de especial hoy? —pregunta la ojiazul, no era muy común que su padre prepare desayunos.

—Nada especial, solo que decidí traerte el desayuno, porque no querrás ver el quilombo que hay entre tu madre y tus hermanos. Hasta a mí me dio miedo y me vine aquí. —responde Jughead dejando la bandeja en la pequeña mesita que está junto a la cama, mientras éste se sienta frente a su hija.

Trying to be happy| vughead Donde viven las historias. Descúbrelo ahora