La castaña recorría los pasillos de aquella tienda, buscando algo rico para comer después de el "gran" esfuerzo que había hecho por lograr sobornar a esos policías para que le devolvieran la dichosa gorra de su amigo.
Sostuvo entre sus manos una caja de galletas sabor fresa.
Le dio varías vueltas al objeto, y al final decidió comprarlas ya que se veían deliciosas.
Pagó rápidamente y se puso en marcha a la casa del pecoso, ya que ahí se encontraba el chico que buscaba...
Aunque talvez debía pasar antes a buscar a alguien...
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—Y... Como haces para resolver todo eso?—
—Ni idea... Tampoco se si puedo resolverlo—
Cerró el cuaderno en el que estaba escribiendo.
Observo al menor a su lado, llevaba una camiseta color beige bastante mas grande que él, cosa que lo hacia ver mas tierno a sus ojos.
Para él, ese chico no tenía ni una imperfección, pero cuando decia ni una, era NI UNA SOLA.
Lo veía como si fuera un ser de luz, demasiado hermoso para ser verdad.
Le encantaba la forma en la su pelo celeste se movía con el viento cada vez que salían a caminar o algo, o cuando la luz de las estrellas se reflejaba en sus ojos, dándoles un brillo de inocencia y haciéndolo ver mas adorable...
No pudo evitar sonreír y soltar un suspiro mientras se recostaba sobre su brazo
—Es así no?—
Sin dejar sus pensamientos de tonto enamorado, miro lo que señalaba el menor.
Abrió los ojos, incorporándose.
—Pero como...?—
El chico enfrente suyo había resuelto todo eso que para él parecía imposible.
Se alegró bastante ante la idea de que poco a poco estuviera volviendo a ser él.
—Solo tienes que pensar simple, leer las instrucciones y lo resuelves y ya esta—
Ahora que lo pensaba, Keith siempre era bueno en matemáticas.
Por su mente paso un pequeño recuerdo del peliceleste pidiéndole ayuda con las clases de español.
