Tres

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A A R O N

Cuando Colette entró en su casa volví con la moto sin que ella se diera enterara, sin darme cuenta se me habían caído las llaves en su jardín.

Escuche gritos en su casa cuando ella estaba dentro.

 Mi móvil vibró por la alarma.

"Entrenar "

Golpee el gran saco de boxeo. 

Golpes seguidos para limpiar mi mente de todo. La mejor terapia en la que confiaba, golpes secos y directos. La sensación después de golpear algo era indescriptible e incomparable con nada.

No sé cuanto tiempo llevaba golpeando, haciendo que mis nudillos sangraran, pero siendo sinceros me encantaba.

Pero era un dolor agradable, porque sabía que con ese dolor conseguiría la victoria. El dolor físico se focalizaba en una parte de mi cuerpo concreta y el mundo y los problemas se disolvían.

El gimnasio al que iba, especializado en boxeo, estaba lleno de gente hoy y precisamente hoy quería luchar.

Luke apareció saliendo del vestuario, era un colega desde que comencé con el boxeo.

Es muy bueno, pero no mejor que yo, eso seguro.

- Vamos Aaron una pequeña pelea, para recordar viejos tiempos .- Sonrió mientras se colocaba los guantes.

No debería caer en comenzar a pelear tan fuerte con gente, desgasta demasiado y lo que necesito es ir a mi ritmo, pero me resultó demasiado difícil de rechazar, como todo.

- Trato hecho - subí en el campo de boxeo o la lona como yo lo llamaba y me quité la camiseta quedando en pantalón de chándal. Sonreí al subir, la adrenalina comenzaba y me volvía loco esa sensación.

Cogí el plástico para ponerlo en la boca y mis guantes.

Luke me golpeó en la tripa y yo le devolví en la cara y así continuamente hasta el último golpe final que el recibió y que hizo que se alejara rindiéndose.

- Tengo que decir que Aaron, eres muy bueno.

Sonreí  - Lo sé.

Entré en las duchas de el vestuario y mientras el agua caliente caía la imagen de Colette me paso por la cabeza.

¿Por qué le gritaba su madre ? Seria la típica chica de padres ricos, vida perfecta, amigos perfectos, estudios perfectos.

Por eso tenia que mentalizarme que ella no era mi estilo.

El estilo de ella era un chico alto, rubio, sin tatuajes, con un coche de gama y padres ricos.

Mi estilo... no había estilo.

Las relaciones serias con chicas no eran lo mío ni lo serían, picar de flor en flor de fiesta era mucho mas divertido. Cualquiera de ellas me sirve, un poco de diversión, sexo rápido y fácil y ale, para tu casa y no me des la chapa.

Pero tenia que admitir, que Colette no era guapa, tanpoco preciosa, ella era bonita.

Era delicada y bonita, tenia mucha elegancia y eso me gustaba. Y siendo sinceros, no puedo negar que me sorprendiera que se metiera en medio de la pelea.


- Hola abuelo, ya estoy en casa - saludé.

Vivía con mi abuelo, era mi única familia desde que tenia siete años.

El era mi verdadero padre, el que siempre me cuido como si fuera su propio hijo, el problema es que nada dura para siempre, el tiene setenta años recién cumplidos pero ese no es el problema, su enfermedad es el problema.

- ¿ Alec ?- Oí una voz grave.

Entré al salón y ahí estaba.

El hombre que me cuido como una verdadera madre, subido sin camiseta en el sofá.

- Pero Ángel ¿ Que haces ? -hable ayudándolo a bajar y poniéndole su polo de color marrón .

- ¿ Quien eres ?- Cada palabra que el hablaba era como un puñetazo en un campeonato de boxeo.

Un nudo se ponía en mi garganta haciendo que las lágrimas se acumularan. Pero no caían. No podía dejar que las lagrimas salieran de mis ojos o todo aquello lo aturdiría mas.

Había oído que las palabras a veces hacían mas daño que un puñetazo, pero ahora era cuando lo descubría.

- Soy Aaron, tu nieto ¿Te acuerdas de mi?- hablé aun con el nudo en la garganta.

- Ah, si es verdad - miró apenado, yo sabía que la frustración que él tenia que sentir cuando él se da cuenta que durante unos minutos su mente a cambiado olvidando cosas y todo lo que hay a su alrededor.

- Tienes que tomarte unas pastillas que compraré. - metí la mano en mi bolsillo trasero del pantalón y no encontré nada.

" Mierda "

He perdido la receta.

C O L E T T E

Miré el reloj, bien las ocho de la mañana.

Me subí en la bicicleta y pedalee hasta llegar a la farmacia mas cercana. 

Una anciana de cabello plateado me atendió, yo le di la receta.

- ¿Es para tu abuelo? - preguntó.

Asentí mintiendo.

- Asique Alzheimer, mi marido murió de eso hace diez años, ten paciencia.

¿Alzheimer?

Volví a casa encontrándome con Aaron esperando en la puerta con su moto.

Me saludo.

- Toma Aaron, ayer..se te cayo esto y decidí comprarlo por ti... que sepas que tienes todo mi apoyo - era increíble lo nerviosa que estaba. 

Aaron puso su cara con rasgos fríos haciendo que el miedo se apoderada de mi cuerpo y me entraran ganas de salir corriendo y huir. Quizá había ido demasiado lejos con todo esto. Debo admitir que prejuzgue la receta del medicamento, al coger el papel del suelo pensé que sería algún medicamente chungo... Pero me equivoqué.

-¿Por que las compraste? - habló en tono neutro. Noté el enfado en su mirada fija puesta en mí.

- Solo... quería a-ayudar en lo que pueda.

- ¡No te metas en mi puta vida, no sabes nada de mi! No puedes ayudarme, no soy como tu... - Dijo gritando.

- Como yo en que - reí al escuchar decir eso.

- Perfecta en todos los sentidos, tu no sabes nada de como soy yo, soy algo difícil y tu eres muy simple de adivinar .- dijo.

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