La vida le había enseñado muchas cosas.
Una de ellas era que llorar y mostrar su dolor no servían para algo más que la diversión de otros. Debía olvidar sus propios sentimientos cuando estaba con personas que disfrutaban de ellas.
Lo había aprendido cuando era un niño, bastante joven pero lo suficientemente maduro como para recordarlo, cuando su madre había dejado de responder a sus llamados y tocó su cuerpo frío.
Recordaba aún como su garganta picaba y ardía después de que pasara un tiempo prolongado llamando a su madre, pero no importaba su llanto, sus llamados, sus plegarias. Todo aquello era en vano.
Ese día aprendió que realmente estaba solo.
Al igual que el rostro alguna vez juvenil y relleno de su madre, su emociones se habían ido desgastado y perdido su brillo, recuerda los pocos pensamientos que tuvo durante ese momento, cosas tan descabelladas como el estar impresionado de cómo su madre se había vuelto más gorda de lo que alguna vez fue y también de cómo su cabello conservaba aquel brillo. Ahora sabía que esa hinchazón se debía a los gases y que el cabello no se deterioraba de la misma manera. Era curioso como su cabeza se le hacía complicado recordar el nombre de las personas o sus rostros, pero al mismo tiempo podía recordar el olor de la humedad, el olor de la carne descompuesta y el sonido de los insectos comiendo a su madre sobre su cama de una manera tan vívida que pareciera que siguiera allí y todo lo que vivió a partir de ese punto fue únicamente un sueño.
El sueño delirante de un niño a punto de morir.
Quiso reírse, de ser así soñaría cosas más felices no pasar de una pesadilla a otra.
¿Por qué recordaba todo aquello ahora? No lo sabía, al parecer era mejor recordar su punto de partida de su desgracia que estar consciente del momento en el que estaba. Apagando su entorno y solo encerrándose con sus pensamientos para no ver los rostros repugnantes ni los comentarios obscenos que le hacían con respecto a su cuerpo.
No era la primera vez en una situación así, le daba un poco de vergüenza admitir como le era tan fácil simplemente volverse el juguete de otro por que llevaba mucho tiempo en aquella rutina. Mucho antes de conocer a Erwin aquella era su vida.
Había metido la pata adquiriendo una deuda que no pagaría en toda su vida hasta que un adolescente con el cabello rubio opaco le dio una salida fácil.
Si aprendía a llevarse otro tipo de cosas a la boca sus recursos dejarían de ser limitados.
¿Quizás por ello estaba recordando a su madre? ¿Por qué volvía hacer el mismo mocoso necesitado de dinero?
Tal vez, hacía mucho tiempo que los ambientes húmedos y sucios dejaron de ser habituales para él, su hábitat ahora era la calidad oficina de su superior o su propia habitación cuando no estaban en invierno. Ahora volvía a ese lugar… y por su propia cuenta.
Cuando la sesión había acabado se refugió en el camerino para poder quitar la máscara negra que cubría su rostro, Lion había cumplido su promesa de guardar su identidad, no es como si lo hiciera confiar en él sabía que Lion solo hacía las cosas por dos motivos: si le beneficiaba o si era de su interés. Intuía que cerraba la boca para no perder dinero.
Limpio su cuerpo de manera superficial con una toalla húmeda y tomó su ropa guardada, mientras salía de la sala privada mantuvo su cabeza firme aunque sin hacer contacto visual con nadie se sentía observado a pesar de que era obvio que las personas que iban a un burdel lo último que harían sería prestarle atención a un tipo vestido como uno de los que atendía la barra. Fue hasta la oficina del Lion no sin antes escuchar un momento y ver si era buen momento, lo último que quería sería entrar en mitad de una reunión con gente que se preguntaría qué hacía allí y corrieran los chismes. Solo quería el dinero e irse de allí. El lugar estaba en silencio por lo que entró sin llamar, el lugar estaba lleno del aroma a tabaco e iluminando pobremente por una sola lámpara de aceite, el frío era inevitable al estar bajo tierra, de no ser por los muebles de cuero las cosas apiladas y el claro desinterés de Lion por la limpieza habría tenido la sensación de estar en su propia habitación por la oscuridad y el frío.
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Todo Por el [Eruri]
FanfictionLa vida podía cambiar en un simple segundo. Eso lo sabía perfectamente Levi Ackerman. Un día era un mercenario de la ciudad baja haciendo golpes junto con Isabel y Farlan para ganarse la vida, y al siguiente estaba a punto de convertirse en un jug...