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Preston no escucharía otra cosa cuando supieran de semejante humillación, lo tuvo a sólo medio metro y el muy hijo de puta lo dejó inconsciente.

No importa que el maldito mago oliese como las mil maravillas, exactamente por ese motivo se quedó como un lerdo, tampoco se veía muy mal que digamos, eso tampoco ayudó a desembobarlo.

Gruñó recordando despertar en el callejón completamente desnudo, ni siquiera tuvo la decencia de ponerle algo encima, bueno, ahora que lo pensaba el tipo era más inteligente de lo que aparentaba. Darle alguna prenda suya facilitaría su rastreo.

—¡Demonios! —gruñó mirando su teléfono, ahora tenía que pedirle ayuda a su padre otra vez y por supuesto que tendría que contarle lo sucedido.

¡Por dios! Nunca lo olvidarían.

Simplemente lo aceptó y llamó, dos timbres después la voz de su padre se escuchó.

—Preston, voy a tener que enseñarte a no interrumpir cuando tu padre y yo estamos fo... —Preston lo interrumpió con un grito evitando pensar en lo que por poco escucha.

—¡Papá!

—Deja de molestarlo ¿quieres? —gritó Ritz a la distancia haciéndole saber que era una broma cruel, Orión suspiró.

—Bien, pero no llames más tarde, ninguno estará disponible.

Preston hizo una mueca.

—No me gusta escuchar sobre la vida privada de mis padres, prefiero pensar que son muy castos —Orión hizo un ruido de incredulidad.

—¿Cómo crees que nacieron tú y tu hermano? No fue sólo magia.

¡Oh maldita sea! Esto estaba yendo más allá de lo normal, Preston cortó de raíz y sólo pidió lo que le hacía falta.

—No llamaré más tarde si me das la ubicación del mago.

—Creo que ya te la di —murmuró Orión, Preston tragó.

—Mmm... ¿puedes hacerlo otra vez?

—¿Qué ocurrió?

—No lo encontré ahí.

—¿En serio? —preguntó sin creerle, resulta que su padre era bueno para saber cuándo mentía, eso no quería decir que fuese un mal mentiroso.

—No, se me escapó, el maldito mago me dejó inconsciente —la risa divertida de Orión se escuchó, luego agregó la gota que rebasó el vaso.

—¿Necesitas ayuda?

—No, yo puedo con el mago —gruñó.

—Si pasa otra vez tendrás la visita de tu hermano, está ansioso por ayudarte —Mark no tendría al lindo mago, ese era suyo, Preston dejó salir un gruñido posesivo.

—Es mío.

—Lo sé, el mago se dirige al norte por la carretera principal, así que sugiero que te apresures.

—Gracias —suspiró.

—No llames si vuelve a escaparse, estaré con...

Preston colgó antes de escuchar algo que lo dejara traumatizado de por vida y cogió su mochila. Cerró la cabaña, dejó las llaves con el encargado, luego entró a su auto y pisó a fondo el acelerador.

Encontrarlo no fue tan difícil como pensó que sería gracias a las vagas coordenadas de su padre. El mago estaba luchando contra otros tres que desde donde estaba parecían superarlo y a punto de atraparlo.

Preston gruñó y corrió hacia allí, uno de los magos que lo retenía cayó al suelo en el instante en el que lo golpeó, el mago, una vez libre colocó la mano sobre la cabeza del otro y dijo algo en un idioma extraño, luego el hombre se derrumbó dejando sólo a una maga que los veía desde unos metros con recelo.

Predestinados III: Lazos de MagiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora