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Preston esperó a que el mago saliera del baño después de prometer que hablarían, su compañero era una belleza y un provocador, aún tenía una erección en todo su esplendor por los minutos anteriores.

Erwan era absolutamente hermoso, y la vista fue increíble mientras permanecía sobre la cama desnudo dándose placer a sí mismo, lo único molesto eran esas vendas, pero parecía que no podía quitárselas.

Preston estaba un poco decepcionado, ni siquiera parecía darse cuenta de que eran compañeros. Pero era normal, después de todo era un humano, uno mágico, pero humano, al fin y al cabo. Ya lo había escuchado, los humanos sentían todo lo del compañerismo de forma distinta y él a penas lo supo cuando lo besó.

Resumiendo. Esto no parecía ser bueno.

—Muy bien, comienza, intenta convencerme —Preston tragó mirando al hijo de puta salir del baño sólo con vendas nuevas enrolladas en brazos y piernas.

Aspiró y cerró los ojos tratando de calmarse.

—Mi padre quiere conocerte —murmuró, Erwan se irguió un poco para buscar algo de ropa en su maleta, Preston se mordió el labio y lo maldijo mentalmente, probablemente el maldito lo hacía a propósito y él estaba llegando a su límite.

Inspiró profundamente.

—¿Por qué el Rey querría conocerme? — escuchó, Preston volvió a mirarlo, Erwan al menos se cubrió con un bóxer, el pedazo de tela hacía mucha diferencia en su situación.

Gruñó al ver la sonrisa presumida del mago mientras se colocaba un pantalón de pijama, su pecho quedó al descubierto, el abdomen cincelado y pectorales bien delimitados, algo que normalmente no tendría un mago, ellos sólo se concentraban en su magia, no en entrenar su cuerpo.

—Tendrás que preguntárselo a él.

—Llevo años huyendo de ustedes ¿Por qué iría? —Preston se encogió de hombros.

—Podrías ganarte a un aliado.

—¿Cuáles crees que son las intenciones de tu padre?

—Si te quisiera muerto vendría él mismo y no lo veo por aquí —murmuró irónico, el mago arrugó la frente y se peinó hacia atrás.

—No estoy convencido de esto —farfulló de mal humor, luego miró la obvia erección que lucía y mordió su labio inferior —. Pero creo que podrías ayudar en eso.

—No, detente —pidió viéndolo acercarse como un depredador acechando a su presa.

Era excitante pero no lo quería de su compañero.

No así.

—¿Por qué?

—No quiero esto —Erwan le tomó la mejilla e hizo que lo viera fijamente desde su posición superior. Sus ojos casi negros en su totalidad.

—Antes no opinabas lo mismo.

—Vamos a dormir y mañana veremos —suspiró, Erwan sonrió mirando su pantalón.

—Sé que no lo dices en serio, puedo sentirlo —Preston gimió cuando Erwan deslizó una rodilla entre sus piernas y rozó su dureza, sus ojos dorados salieron a la superficie y el aroma de su compañero saltó de repente.

La excitación podía olerse a kilómetros y a Preston obviamente lo estaba volviendo loco.

—Detente —gruñó tomándolo de los hombros y cayendo a la cama con él.

Su mago jadeó y se frotó contra su pierna provocándolo. Se veía bien, más que bien, el pelo rubio y sus mechones de diferente color se desparramaron contra la sábana blanca. Preston quería besarlo otra vez, recorrer su boca durante horas, hasta que estuviese hinchada y roja, dejar su marca para que todos y cada uno supieran que esta criatura era suya.

Predestinados III: Lazos de MagiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora