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Preston achicó los ojos hacia su padre y lo vio sentarse en el sofá, Ritz tenía algo extraño, pero no lograba descifrar qué, más bien eran demasiadas cosas, Ritz caminaba pesadamente como si le doliese el cuerpo, justo al sentarse hizo una mueca cómo si le doliese algo, tenía ojeras y sus ojos una leve tonalidad dorada.

Preston no pudo aguantar demasiado y se agachó para poder verle bien, su padre le tocó la mejilla con cariño y sonrió.

—¿Qué pasa contigo? —Ritz suspiró y dejó de tocarlo, su cabeza descansó sobre el respaldo del sofá.

—No pasa nada, Preston, estoy cansado, no he dormido muy bien en estos días.

—¿Por qué? —Ritz se burló de la pregunta.

—¿Qué crees que hago con tu padre en las noches, cachorro?

—Oh, Dios, que asco, pá —Ritz le palmeó el hombro y le regaló una sonrisa apagada.

—Ve con tu compañero y déjame descansar un rato.

Preston no estaba muy seguro de dejarlo solo, pero finalmente salió directo al patio, a Erwan le gustaba ir allí y hacer crecer las plantas, sonrió viéndolo agacharse y poner una mano sobre una planta enferma, con sólo un toque las hojas se revitalizaron y adquirieron su color normal.

Si seguía haciendo eso pronto tendrían el lugar más que en forma, los antiguos propietarios no se encargaban y ellos no tenían la dedicación para semejante trabajo. Erwan se alejó en cuanto terminó y Preston decidió abrazarlo por la espalda, su mago perdió el aliento y acarició sus manos.

—¿Terminaste? —murmuró contra su cuello, Erwan lo tomó de la parte posterior del cuello y ladeó su cabeza para dejar un beso en sus labios.

—A penas.

—Déjalo para otro momento —Erwan lo miró con una sonrisa.

—¿Uh? No tengo nada mejor que hacer.

—Estoy seguro de que puedo ayudarte a pensar en algo —Preston deslizó las manos por debajo de su camisa y pellizcó sus pezones, Erwan gimió y se arqueó hacia su toque.

—Eres un cachorro muy travieso.

—¿En serio? —gruñó y mordió la concha de su oreja—. Creí que habías dicho que era un aburrido.

—Evidentemente no te conocía

……

Preston se abrazó a Erwan y se alegró de tenerlo ahí aún, una semana después de las amenazas del concejo no había pasado absolutamente nada por lo que todos estaban tranquilos.

Erwan abrió los ojos y luego de dejar un beso en su frente se fue al baño, Preston lo siguió sacándose lo único que lo cubría, la sábana cayó al suelo, pero no le pudo importar menos, ver a Erwan en la ducha era un espectáculo que no le gustaba perderse en ninguno de los sentidos.

Erwan estaba con los ojos cerrados y la cabeza levantada hacia el agua de la regadera, Preston se alegraba del cristal que le dejaba ver su espalda bronceada con todas las líneas mágicas, un poco más abajo la vista estaba obstruida por la opacidad del cristal y el vapor.

Preston caminó hacia allí y lo abrazó por la espalda, Erwan ronroneó frotándose contra la dura erección que podía sentir en su trasero.

—¿Qué pasa contigo? Estás más pegajoso de lo usual.

—No quiero que te vayas de mi lado —murmuró en su oído, Erwan gimió.

—No lo haré.

—Querías ir con ellos.

Predestinados III: Lazos de MagiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora