XXIII

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Entonces se oyó un disparo.

Abrí los ojos temerosa de ver a la persona que más quería muerta. Pero en su lugar vi como Travis caía de rodillas

Un policía acababa de disparar a Travis. Jughead había llamado a la policía tras ayudarme. Respiré hondo. ¿Se había acabado?
Miré a Cheryl sonriendo. Ella también sonreía. Pero entonces se oyó otro disparo.

Miré a Travis quien sonreía desde el suelo antes de caer muerto.

Miré a Cheryl con temor, una mancha de sangre se extendía sobre su abdomen.

–No... –me acerqué a ella para sujetarla entre mis brazos. –Cheryl tú no... Aguanta, aguanta por favor...

Betty llamó a una ambulancia, Verónica y los demás me ayudaron a taponar la herida de Cheryl. Mis manos estaban cubiertas de su sangre.

–Cheryl tienes que aguantar por Dios... –la dije en un susurro con lágrimas en los ojos.

–TT... –me estremecí. Cheryl solía llamarme así cuando salíamos. –Si me pasa algo... Quiero que sepas que te amo...

–Yo también de amo Cher pero no te va a pasar nada ¿si? –dije sonriendo tratando de soñar esperanzadora. –Eres la persona más fuerte que conozco y vas a aguantar todo esto y más.

–TT nunca dejé de amarte... –dijo en un suspiro. –Gracias por haberme salvado...

–No lo he hecho... –dije sollozando. No soportaba ver a Cheryl así. –Ese disparo debería haberme dado a mi...

La ambulancia llegó y se llevaron a Cheryl. Me monté en la ambulancia junto a ella y agarré su mano durante todo el viaje.

–Estarás bien, estarás bien... –repetía mientras duraba el trayecto. Cheryl reprimía un grito en cada bache.

Llegamos al hospital en lo que pareció un viaje eterno. Se llevaron a Cheryl a una habitación mientras yo daba vueltas por la sala de espera desesperada. Verónica y Betty no tardaron en llegar.

–Toni lo siento tanto... –dijo Betty abrazándome. Yo no tenía fuerzas para resistirme a aquel abrazo.

–Se va a poner bien Toni, Cheryl es la mujer más fuerte que conozco. –dijo Verónica uniéndose al abrazo.

–Espero que sea verdad Ronnie, si la pasa algo yo... –se me quebraba la voz. No podría soportar la idea de una vida sin ella. Sabiendo que nunca más podría abrazarla, decirla lo mucho que la amo...

Sabiendo que nunca viviríamos aquella vida que imaginábamos hace cuatro años.

El médico salió entonces. Corrí hacia él como loca.

–¡¿Está bien?! –dije apresuradamente.

–Esta grave, no la voy a mentir señorita Topaz. –habló aquel hombre. Poco faltaba para que me desmayara. –La bala ha llegado profundo.

Noté las manos de Betty rodeándome por los hombros. Sentía que me iba a caer.

–¿Pueden hacer algo? –pregunté con un hilo de voz.

–Meterla en un quirófano, intentar retirar la bala y esperar que todo salga bien. –dijo el médico.

–¿Cuántas posibilidades hay de que sobreviva? –preguntó Verónica.

–No mentiré, son bajas. Hay un 35% de posibilidad de que sobreviva. Ha perdido muchas sangre, y necesitaremos un donante después de la intervención si... Bueno, si logra superarla.

Hablar de ese modo de Cheryl me revolvía el estómago.

–¿Qué tipo de sangre tiene? –preguntó Betty.

That One NightDonde viven las historias. Descúbrelo ahora