Dela Vega
Solo es un puto apellido pero todo cambia cuando miras a quien porta ese apellido.
Mi nombres es Jessica Dela Vega y antes de los 17 era una buena hija, responsable, amigable, pero ahora que todo se fue a la mierda soy lo que siempre quise...
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-¿Mery Wilson? –Me cuestionaba recostada en la cama de mi habitación- ¿Has escuchado ese nombre?
Le pregunte a Aguilar que se encontraba recargado en el marco de la puerta.
-Lo dudo, jamás había escuchado ese nombre –Dijo mientras pensaba en aquella pregunta- Por cierto Derek tuvo de salir de emergencia desde anoche.
-¿Jessica? –Hablo Romina mientras probaba ropa del armario de mi habitación- ¿Dónde está Luke?
-Ellos solo recolectan información –Respondí-
-¿Infiltrados? –Pregunto-
-Exacto, recorren un lugar un tanto peligroso –Hable sonriendo- Aguilar comunícate con Derek y avísale sobre Romina, también dile a mamá que la veo en la cena.
-¿Y a dónde iremos? –Cuestiono Romina-
-Sh –La hice guardar silencio mientras pensaba-
-Tienes que quedarte aquí para darle indicaciones a los chicos, pero siendo sincera Smite jamás le hará caso a nadie.
-A ti si –Respondió riendo-
Deje a Romina a cuidado de Aguilar, después de volver a recibir otra carta sobre el juego de ajedrez sentí la responsabilidad de asistir y tal vez poder dejar un poco de mi furia.
Manejar dos horas en un auto deportivo no es la mejor manera de comenzar mi día, todo para poder verle la cara a un hijo de puta.
Un juego de Ajedrez = Una gran venganza
Mi plan era ganarle, como me las pagaría era muy distinto.
Buscar la dirección un tanto retirada de la civilización, sin protección sola como perro abandonado me resultaba divertido si quería matar a alguien.
Abrí la puerta y los recuerdo vinieron a mi cabeza.
-Siendo sincera yo también pensé... pensé que mi secuestrador sería un puto inteligente, pero ya vez todos tenemos distintas ideas.
-Solo espera...
-He escuchado eso muchas veces, ¿Por qué mejor no solo lo llamas?
-¿A tu padre? –Pregunto-
-¿A quién más? –Imbécil-
El juego comienza.
Nuevamente esta frente a mí sentado en un lindo sillón color marrón, un pequeño vaso de wisky y la mirada que tanto odio desde la última vez que lo vi.
