𝐏𝐑𝐄𝐓𝐓𝐘 𝐋𝐈𝐄𝐒 【𝐎𝐁𝐗】

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[CAPÍTULO CUATRO: MALAS VIBRAS ]

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𖡡 EL CORTE
JJ Maybank Pov

Estábamos en la Twinkie, el motor rugiendo mientras avanzábamos hacia la casa de la señora Lana.

Todos nos habíamos quedado pensativos después de descubrir que la brújula pertenecía al padre de John B.

Aún no entendíamos qué significaba, pero la sensación de que estábamos a punto de desenterrar algo más grande que nos involucraba a todos estaba presente.

John B, visiblemente pensativo, rompió el silencio después de unos minutos de camino.

—Oye, ¿has notado algo raro últimamente? —preguntó, mirando hacia la carretera.

Lo miré curioso, sin saber muy bien a qué se refería.

—¿A qué te refieres? —respondí, manteniendo la vista en el camino.

—No sé… todo esto con la brújula, el hecho de que hay algo más detrás de todo esto —hizo una pausa, dándole un giro a la conversación—, y luego está Abby.

Me quedé en silencio por un momento. Sabía a dónde quería llegar, pero no esperaba que fuera tan directo.

—¿Abby? —repetí, manteniendo la mirada al frente. —¿Qué tiene que ver Abby con esto?

John B se recostó en el asiento, mirando hacia el techo de la furgoneta, sin parecer demasiado seguro de cómo continuar.

—Es solo… es raro, ¿sabes? —dijo, un poco pensativo—. Todos la miran, y no solo por ser hermosa, sino por cómo es. Siempre tan confiada. Es como si todo el mundo la quisiera, pero ella no parece ver lo que pasa, o tal vez lo hace y no le importa.

Lo observé un momento, entendiendo el tono de su voz, algo entre celos y admiración.

—¿De qué hablas? —pregunté, no del todo convencido.

—Me refiero a que es la chica en la que todos están interesados, ¿no? —respondió, mirando finalmente hacia mí, con una leve sonrisa en sus labios.
—los surfistas, los turistas...Rafe

—Es Abby, no hay mucho más que decir. Todos la ven y se sienten atraídos por ella, pero parece que no lo nota. Tiene una especie de aura en la que simplemente todo el mundo quiere estar cerca de ella —dijo, medio encogiéndose de hombros, como si no supiera si lo que decía tenía sentido.

—Claro, todo el mundo tiene algo por lo que se siente atraído por ella —dije, sintiendo que la conversación comenzaba a volverse más personal de lo que quería—. Pero no se trata solo de eso, ¿verdad?