Gloria Beltrán comenzó a reírse señalando a Agatha, sus piernas temblaban de la risa. Se las podía ver perfectamente debajo de su falda gris. Gloria Beltrán era la versión envejecida de Agatha. Ambas tenían la misma estatura, rasgos faciales similares (nariz chata, mejillas pronunciadas y labios delgados) y un color de ojos parecidos (Agatha tenía los ojos castaños; Gloria también, pero con un toque más oscuro).Aunque, ahora gracias al más reciente cambio en Agatha se había creado una nueva diferencia. Una diferencia que Gloria encontraba muy divertida.
- ¿Qué diablos te hiciste en la cabeza?- preguntó Gloria Beltrán, quien estaba recuperando el aliento.
Agatha regresó un mechón de cabello a su lugar, le estaba afectando la vista.
- Pareces una maldita antorcha.
Agatha se había teñido el cabello, de negro a un rojo vivo y sangriento. No era la primera vez que alguien la confundía con una persona que tenía la cabeza ardiendo. De hecho, una persona, pasada de copas, estuvo a punto de darle un buen chapuzón con un balde de agua helada para apagar el fuego que estaba achicharrando la cabeza de esa pobre mujer. Por suerte, para Agatha, el sujeto se puso los lentes y se dio cuenta que solo era un peinado pelirrojo.
- Era una excentricidad mía. Una mañana me levanté y me pregunté: ¿Cómo sería tener el cabello rojo? Y aquí me tienes. ¿Te gusta?- preguntó Agatha con un poco de esperanza.
- No.- respondió Gloria Beltrán con sinceridad.
Anthony golpeaba el suelo con su pie. Quería que la reunión comenzara de una vez. Cuando Agatha le preguntó su opinión acerca de su nuevo Look Anthony le respondió con un sencillo: "Te ves bien". Honestamente le daba igual los cambios que se hiciera Agatha.
- Deja de hacer eso. Estas ensuciando mi alfombra- le ordenó Gloria a Anthony. Este obedeció. Gloria suspiró-. Esos fantasmas, siempre se olvidan de pedirles que se quiten los zapatos antes de entrar. Van a tener que trabajar unas horas extras para tener la alfombra impecable. Quítense los zapatos ahora mismo.
Agatha y Anthony se quitaron los zapatos y los pusieron en una caja que decía: "Zapatos". Agatha pensó que esta vez se iba a olvidar de esa parte de la rutina. Agatha, sin querer, se había puesto medias de diferentes colores. Anthony tenia los pies delgados. Sus pies parecían de los de alguien quince años más viejo que la edad natural de Anthony.
- ¿Podrías dejar de mirarme los pies?
- Lo siento. No puedo. Son dignos de estudio.
Anthony enrojeció ligeramente.
- Ustedes dos. Siéntense. Ahora.- ordenó Gloria Beltrán señalando dos sillas de madera, que estaban cerca a la mesa.
La oficina de Gloria Beltrán era muy agradable a la vista. Las paredes estaban pintadas de un verde azulado placentero. Las paredes tenían libreros enormes repletos de libros de todo tipo (desde novelas hasta libros de ocultismo), eso incluía la colección total de las aventuras sobrenaturales de Gloria Beltry. Había una mesa redonda roja en el centro, junto a las sillas de madera (cuyos cojines apenas se podían ver) y dos plantas a ambos lados. La silla de Gloria Beltrán era la única silla de cuero ortopédica de toda la casa. Su trasero era el único digno del placer de la comodidad.
Agatha y Anthony vieron la bandeja llena de galletas, las tazas de porcelana fina y la tetera metálica que expulsaba un delicioso aroma a café recién hecho con unos ojos hambrientos. Estos querías salírseles de sus orbitas para devorar toda esa comida. Gloria nunca decepcionaba cuando se trataba de la comida. Una de sus fantasmas empleadas era una repostera profesional que murió gracias a un trozo de manzana que se atragantó en su garganta.

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La quinta misión
HumorEs una comedia negra sobre dos "expertos en lo paranormal" que tienen que recuperar unos pendientes que contienen el alma de un asesino en serie. Todo sale horriblemente mal. Hay fantasmas, zombies y hombres lobo en esta divertida comedia sobrenatur...