Agatha salió del barco con un par de zapatos nuevos, uno necesitaba reparaciones, pero eran zapatos de marca, y Anthony con una cabeza dentro de su casaca. Anthony sentía escalofríos y odio al cadáver por ser tan narizón. Su nariz estaba tocando su axila. Pusieron la cabeza en un pírex que compraron y lo llenaron con sangre de pollo y cubitos de hielo. La vendedora les obligó a comprar un pollo entero a cambio de la sangre.
Al entrar a la habitación Agatha puso el pollo en la refrigeradora. Tal vez cuando cumplan con la misión se preparen unos deliciosos chicharrones.
Agatha tenía hambre y aún le apetecía un helado de chocolate. Anthony cerró la puerta con seguro y depositó la cabeza ensangrentada encima de la mesa. El verla hizo que Agatha perdiera un poco el apetito.
- ¿Estás seguro de que esta es una buena idea?
- Claro.- respondió Anthony.
De su bolsa de cuero sacó una cajita con el símbolo de una calavera mal dibujada, el mismo Anthony la dibujo. Era el cráneo de alguien que sufrió una agonizante enfermedad en los huesos. Dentro de la cajita había jeringas y una botella llena de un líquido almíbar.
- Mi buen amigo Ricardo ha creado la cura contra la muerte.
- Una muy dolorosa cura contra la muerte.
Agatha recordó el primer y único experimento con la fórmula que, Anthony llamó: "El resurgimiento Almíbar" (que sonaba como el nombre de una película de Lucio Fulci). Anthony trabajó en una morgue mientras hacía sus estudios de medicina hace un par de años. Convenció a Agatha de hacer el experimento, ella solo aceptó porque en la morgue había varios fantasmas que se negaban a separarse de sus cuerpos.
Buscaron un cadáver adecuado. Lo encontraron: Un boxeador que había muerto de un paro cardiaco en medio de una pelea. Este estaba ganando, estaba encima de su oponente dándole una bestial paliza. Cuando estaba a punto de darle su golpe más fuerte su corazón se detuvo y se desplomó encima de su oponente.
El réferi hizo el famoso conteo del uno al diez. El oponente trató de quitar el cadáver musculoso encima de él, pero aun estando muerto el boxeador era el más fuerte de los dos.
- El ganador es el campeón nacional de peso pesado. El poderoso, el implacable, el grandioso Edward, el estrangulador, Martínez.
El réferi levantó su mano solo para darse cuenta con horror que el boxeador no tenía pulso.
Anthony llenó la jeringa con ese curioso liquido almíbar y se lo inyectó en la cabeza del boxeador muerto. Esperaron y esperaron. No pasó nada.
- Que extraño.- comentó Anthony-. Con el gato funcionó de inmediato.
- ¿Mataron a un gato para hacer este experimento?- preguntó Agatha muy suspicaz. Su lado de defensora de los animales salió a la luz.
- No, lo encontramos muerto. Algún bastardo lo atropelló. Tenía las entrañas por fuera.
Por alguna razón esto hizo sentir mejor a Agatha.
Lo que no la hizo sentir mejor fue que una mano gruesa y helada agarrara su cuello. El boxeador abrió los ojos.
- Funciona. Funciona.- exclamó Anthony emocionado y dando saltos como un loco. Solo le faltaba gritar: "Esta vivo", "Esta vivo" para convertirse en el Doctor Frankenstein-. ¿Agatha, estas grabando esto?
- Anthony, ayúdame.- pidió Agatha. Ella ni siquiera había encendido la cámara.
- Cierto.
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La quinta misión
HumorEs una comedia negra sobre dos "expertos en lo paranormal" que tienen que recuperar unos pendientes que contienen el alma de un asesino en serie. Todo sale horriblemente mal. Hay fantasmas, zombies y hombres lobo en esta divertida comedia sobrenatur...