♥️ An Angel Made From Hell 💙 (Friday Night Funkin': Mid-Fight Masses)

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ATENCIÓN

Éste capítulo NO está basado en el mod de la cita de Ruv y Sarvente.

Todo lo que ocurra aquí es meramente producto de mis ideas e imaginación.

PUEDES PROSEGUIR CON TU LECTURA AHORA.

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Ay, el amor.

Ese bello sentimiento que une a dos personas de diferentes géneros y orientaciones sexuales.

Algunos dicen que es lo mejor que les ha pasado jamás; otros, por el contrario, desearían nunca jamás volver a sentirlo.
Unos pocos no saben qué es lo que se siente el amor correspondido. Éste era el caso de nuestro querido ruso.

Él, junto a Sarvente bajaron de la limusina que pensaba recogerlos en una hora y media, aunque también esperarían si es que los Stickman tardaban más de lo debido.
Sarv sonrió y les hizo una leve seña de despedida, antes de tomar desprevenido al ruso abrazándole el brazo derecho y comenzando a caminar hacia el restaurante.
Ruv obviamente no hizo nada más que ser arrastrado adentro del sitio.

Tampoco le molestaba honestamente.

Ambos entraron al restaurante y se acercaron al mesero, checando si tenían alguna mesa reservada.

– Mmhm… ajá… aquí está. Mesa 5, tercer planta. Reservada para la señorita Sarvente y el señor Ruvyzvat. –
– ¡Oh, es esa! –
– Muy bien. Adelante. Está en el tercer piso, y cada mesa tiene su tarjeta con el número correspondiente, así que no necesitan de alguna compañía para que les ayude… – el mesero rió levemente. – … tortolitos. –
– ¡Gracias! Vamos Ruv. –

Sarv tomó el brazo del ruso y se metió al restaurante casi de cabeza. El ruso, por el contrario volteó a mirar al mesero con esa típica mirada asesina suya.
El pobre mesero casi que se desmaya del terror.

Caminaron por todo el restaurante hacia las escaleras y subieron a la tercer planta, donde estaba el balcón y, por consecuente, su mesa reservada.

Se sentaron en la mesa que tenía el número "5", uno frente al otro.
Afuera del restaurante se veían un montón de luciérnagas volando por los alrededores del bosque cercano, además de una que otra criatura pequeña como mapaches y ardillas. Un elegante ciervo acompañaba la escena, además del reflejo de la luz de la muy distante "zona comercial" de Las Vegas -vamos, la zona de los casinos y bares-.
Entre todo eso la hermosa luna bañaba con su tierna luz blanco tenue un enorme lago en medio del bosque, dándole ese toque de misticismo al mismo.

En pocas palabras, era la vista perfecta.

Sarv estaba maravillada por tan hermosa vista al exterior; Ruv no era muy diferente, aunque siempre se mostraba sereno ante todo por su incapacidad de sonreír. No solo porque al hacerlo le doliera como el infierno sus músculos faciales, sino también porque su sonrisa era digna del peor asesino que alguien jamás podría imaginar.