Capítulo 8

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Kilian se encontraba desorientado, la cabeza le daba vueltas y se estaba preguntando si en aquel periodo de tiempo en el que había pedido el control de sus acciones y pensamientos había dañado a alguien. Le daba miedo. Le aterraba saber que podría haber vuelto a manchar sus manos con más sangre de inocentes, de personas que realmente no se merecían aquello. 

Pero no podía controlarlo. No podía controlar que su sombra se hiciera presente, ganándose el control total en él. 

Asher, interiormente, se divertía con la situación como si hubiera echo una trastada de un niño pequeño. Le encantaba ver a su hermano vulnerable y dolido, ya que la sensación le producía felicidad. En conclusión: ver dolor en otras personas le gusta, le gustaba bastante. No importaba si aquella persona era un amigo o familiar. No le importaba nada.

En aquel periodo de tiempo en el que Kilian miraba a la nada confundido, Abril pudo confirmar una de sus tantas teorías: era débil y no podía controlar a Asher. Sin duda, Asher era mucho más fuerte que Kilian.

El bosque que se encontraba detrás del campo de baloncesto parecía más importante y entretenida que el semblante divertido de Abril, debido a que el rubio ignoró su presencia. Levantándose de aquel lugar que habían escogido de las gradas para irse. Sin mirar atrás, sabiendo que la pelinegra tenía todas las respuestas, pero aquello tampoco le importaba.

Debía de curar a su manera: alejándose de todos. Debía de olvidar y perdonarse uno de los mayores errores de su vida: permitirse ser vulnerable.

Pensó que en el psiquiátrico estaría a salvo. Pensó que no volvería a robarle el control en aquel lugar, pero se confundió, porque cuando apareció la pelinegra no le importó el lugar, ni la situación, ni mucho menos el daño que podrían ejercerle si aparecía y no aprobaba el examen de personalidad para verificar que no era Kilian. No le importó nada. Solamente se interesó en la presencia de dicha psicópata cotilla.

Unas horas más tarde, después de aquel incómodo momento con Kilian, decidí ir a tomar algo a la cafetería, excusándome con que no me encontraba bien como para presentarme en la clase de biología. Katherina me concedió el permiso como supervisora mía que era.

Los pasillos estaban desiertos y la cafetería, a excepción de unas pocas mesas con algunos alumnos, estaba realmente vacía.

Entré, aproximándome a Dorothy, quien se encargaba de atendernos para poder pedir un jugo de piña. Era lo único que me apetecía. Ella, deseándome un feliz día y preguntándome como había ido mi primer día en el psiquiátrico, me lo dio y instantáneamente respondí un "podría haber sido peor, Dori" con una sonrisa tan angelical que hasta a mi me sorepndió.

Me giré, dirección a las gradas del campus para poder despejarme cuando, de pronto, me fijé en una mesa alejada de la entrada de la cafetería. En ella estaban sentados algunos del grupo: Leo, Mike y Noah, quienes parecía que estaban planificando un asesinato. Hablaban en voz baja, como si realmente temieran ser escuchados. 

Noah mantenía un semblante enfadado, Mike parecía asustado y Leo indiferente.

¿ Otro secreto? ¿ Qué tramáis? 

Me aproximé a ellos, sentándome de forma sonora en el asiento que se encontraba justo al lado del rubio y en frente del pelirrojo, llamando la atención de los tres, quienes pararon de hablar para centrarse en mi con un ápice de curiosidad.

- Lo sé - Hablé, manteniendo mi mirada intercalada entre cada uno de ellos, sintiendo sus cuerpos tensarse ante la sensación.

- ¿ Eh...? - Noah parecía desconcertado ante mis palabras, como si temiera que alguien supiera aquello.

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⏰ Última actualización: Sep 03, 2021 ⏰

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El Recuerdo de Abril Jones ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora