¿Porque?

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Soy un hombre responsable, siempre busco que cada uno de los aspectos de mi vida este mínimamente calculado, de esa forma se llevaran a cabo de la manera que ya esta planificada.

Todo esta escrito en mi cuaderno, desde mi horario para levantarme de la cama e ir a trabajar, hasta la hora exacta en que debo ducharme e ir a dormir, cada aspecto de mi vida, esta escrito en ese cuaderno.

Mismo cuaderno que una y otra vez es tomado por mi molesto compañero de trabajo y esculcado sin ninguna pisca de vergüenza, cuando conocí a Dazai, solo podía pensar en que este sujeto no interfiriera con la guía de mi vida, pero cada día que pasa, no hay momento en el que este idiota no arruine mi horario perfecto.

¿En que pensaba el jefe al contratarlo? ¿Por qué no puede tomarse las cosas enserio? ¿Por qué es tan infantil? ¿Por qué tenia que entrar en mi vida de la manera en que lo hizo?

La tarde en la agencia de detectives era tranquila y sin ningún contratiempo, Yosano se encontraba aburrida al no haber nadie que quisiera jugar con ella, el jefe Fukuzawa permanecía tranquilo en su oficina, rampo devoraba todo tipo de golosina existente dentro de la agencia, los hermanos tanizaki hacían papeleo tranquilamente, aunque Naome en algunas ocasiones se divertía molestando a su hermano y hacerlo avergonzar, Atsushi y Kyouka habían salido temprano a resolver un pequeño caso de robo en una joyería, Kunikida trabajaba en el papeleo sin descansar y evitaba a toda costa estallar de enojo al ver a Dazai recostado en su escritorio simplemente sin hacer nada.

-Kunikida-kuuuuuuuuuuun, estoy aburrido- se quejó el castaño, con la voz amortiguada por tener el rostro contra la mesa.

-¿Así?, en todo caso podrías tomar todas esas hojas de papeleo pendientes en tu escritorio y trabajar-expreso molesto el rubio sin apartar la mirada de su computadora.

-cualquier cosa menos hacer papeleo, gracias- respondió el castaño levantado la cabeza para poder posar su mirada sobre el rubio- además, nadie puede hacer el papeleo como tú lo haces kunikida-kun.

El rubio rápidamente levanto la mirada molesto hacia el castaño, pero casi se atraganta con su propia saliva al ver aquella diminuta y burlona sonrisa, que para él era hermosa, además de los lindos ojos chocolate que lo veían divertido.

-Has lo que quieras, estúpido desperdicio de vendas- respondió el rubio regresando su mirada a la computadora y tratando de esconder el pequeño sonrojo es sus mejillas.

-Que malo eres kunikida-kun, no eres divertido- se quejó Dazai, dando por finalizada la conversación.

El día continuo tranquilo y sin complicaciones, Atsushi y Kyouka regresaron de su misión con éxito, para realizar el papeleo correspondiente y poder entregárselo a Kunikida, lentamente el sol caía y los miembros de la agencia abandonaban el edificio uno a uno, agradecidos de haber tenido un día relativamente tranquilo.

Al llegar la noche kunikida era el único que aún se encontraba en el lugar, terminando de organizar los últimos informes del día, hacía ya una media hora las gotas de lluvia habían comenzado a caer del cielo y el sonido de estas golpeado con suavidad las ventanas de la oficina lo acompañaban en aquel cómodo silencio, Kunikida algunas veces agradecía estos momentos de paz y tranquilidad en lo que lo único que estaba presente, era el mismo con sus pensamientos, pensamientos que habían comenzado a ir dirigidos hacia cierta persona de actitud molesta y vaga, no sabia en que momento había comenzado a ver a Dazai con otros ojos y eso lo asustaba, comenzaba a pensar que estaba traicionando y dejando de lado todos aquellos ideales que permanecían resguardados en su libreta, escribiendo amargamente un futuro que el dio por sentado, se cumpliría, pero en estos momentos tanto su corazón como sus ideales estaban comenzado a ser completamente lo opuesto de lo que el otro deseaba.

Amar a una flor rebeldeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora