Capitulo 6

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Dulce, aquella boca era tan dulce para el, Dazai había dado un pequeño gemido de sorpresa por aquel acto hecho por el rubio, el alfa aprovecho esto e ingreso su lengua en aquella dulce boquita, las manos temblorosas de Dazai se sujetaban como podían de los brazos del alfa, los colmillos de Kunikida rozaban ligeramente los pequeños labios del omega y su lengua buscaba desesperada la pequeña lengua del contrario, pero, debido a la falta de aire tuvieron que separarse, el rubio soltó un gruñido molesto por tener que alejarse de aquel dulce manjar, un pequeño hilo de saliva unía sus bocas, observo aquel dulce rostro y solo pudo gruñir completamente extasiado por la vista, Dazai permanecía bajo su cuerpo mientras temblaba ligeramente, sus mejillas estaba rojas como tomate, sus ojitos brillosos por las lagrimas que se asomaban en ellos y su dulce cuello sin rastro de aquellas vendas.

-Kunikida-kun...-susurro Dazai desviando su mirada a otro lado, estaba nervioso, no se esperaba que el rubio hiciera aquello, entre la bruma de su mente Kunikida finalmente reacciono, completamente aterrado al ver la situación en la que se encontraban, y lo que acababa de hacer, rápidamente se alejo de Dazai y lo dejo libre, el omega se asusto al ver aquel brusco movimiento por parte del alfa para alejarse de el.

-Yo...yo...-estaba completamente rojo, no podía creer que se había dejado llevar por los inicios de su celo, se golpeo mentalmente por aquello, al estar tan distraído con Dazai había olvidado que la fecha de su celo ya estaba literalmente a la vuelta de la esquina o a unos pequeños roces sobre su cadera más bien.

-perdón....yo, no quise hacer eso... bueno la verdad si quería... ¡¡Pero igualmente no debía de haberlo hecho!!...-Kunikida comenzó a pedir disculpas al omega, mientras comenzaba a dar pasos hacia atrás para alejarse- ¡¡Perdóname por favor Dazai!!- el omega observo como el rubio daba una reverencia completa hacia el para salir corriendo de la habitación, lo siguiente que escucho fueron unos cuantos golpes en la sala, y los quejidos del rubio, tal perece que al salir apresurado de la habitación termino por caer al suelo y darse un buen golpe.

El castaño se levanto ligeramente de la cama y dirigió sus dedos a acariciar suavemente sus labios, aun estaban húmedos por aquel beso, sus mejillas se tiñeron de un carmín más intenso y se dejo caer en la cama para tomar las mantas que el rubio había sacado y se acurruco entre estas, sin darse cuenta una pequeña y timada sonrisa apareció en sus labios mientras continuaba acariciando estos con delicadeza.

-Kunikida-kun Tonto...-susurro entre risitas tímidas mientras se acurrucaba entre las mantas para finalmente dormir, no se preocuparía por el rubio, en esos momentos podía escucharlo lloriquear en la sala, mañana se encargaría de hablar con el por ahora disfrutaría de aquella dulce sensación que hacia temblar su cuerpo de alegría.

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La luz del sol entraba por la ventana, los cabellos castaños del omega era todo lo que resaltaba de aquella montaña de mantas que estaba sobre la cama, bostezando ligeramente Dazai comenzó a despertar y sonrió divertido al verse despertar nuevamente en aquella cama, pero rápidamente el rubor se hizo presente en sus mejillas al recordar el beso de la noche anterior, nuevamente llevo sus manos a sus labios para acariciarlos, aún podía sentir los labios del alfa sobre los suyos, aquel beso había sido tan profundo, pero a la vez había sido tierno y dulce, su cuerpo tembló ligeramente al recordar los ojos de Kunikida, aquellos ojos lo veían con deseo, pero por alguna razón no se había sentido incomodo ni nada por el estilo, al contrario su parte omega se regocijaba al notar que había logrado captar la atención de aquel alfa de aquella manera, el solo hecho de pensar que el rubio estuviera interesado en el de aquella manera lo hizo sonrojar profundamente. Entonces recordó las palabras dichas por el rubio antes de que desapareciera de la habitación.

Amar a una flor rebeldeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora