VI. : Visits

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No podía detener la extraña sensación de una ausencia en su cuerpo, quiso buscarla, quiso encontrarla desesperadamente, fuera de una que otra manera.

Elizabeth no lo podía creer lo que estaba haciendo, ¿Acaso perdió los estribos? ¿Esto era tan necesario?

Su mente estaba nublada y su vista casi cegada dejándose llevar por no solo ella misma, sino de la forma más pecaminosa, o eso cree ella. Si tener miedo al tener sexo con su marido, era ya una costumbre, el tener que masturbarse por necesidad era otra.

Solo le basto despertarse luego de la candente noche, incluyendo disculpas, con Ciel, para tener que estar en su cama postrada sin la compañía de su cónyuge haciendo este tipo de cosas

Pese a que suene increíble, después de que ocurría el coito, sentía una pequeña necesidad de desear más, era extraño, le resultaba un poco desagradable viniendo de su uso de razón ya que las mujeres no debían de ser obscenas, ni vulgares, sobre todo, tampoco pervertidas. 

Que mal, ahora se sentía culpable.

Apenas sus dedos mojados por sus fluidos sexuales los alejo de su zona intima que era estaba al descubierto, jadeando incontrolablemente y con su rostro ardiendo, se sentía caliente y un poco relajada. Era la primera vez que lo hacía, lo aprendió ella sola y por unos absurdos consejos de Beatrix del pasado, pero el motivo era para la pareja, no uno solo.

Un sentimiento de satisfacción y culpa se mezclaron entre si, haciéndola confundir aún más del que quería.

Por un lado su deseo incontrolable pero interpuesto por el miedo de sus deseos oscuros con su esposo, y por otro lado estaba lo moral de su mente, de la culpa del por que demonios lo ha hecho, la hacía ver como si se tratara de una prostituta.

Se hicieron un nudo entre sí y la ahorcaban del cuello, sofocándola de confusiones y más confusiones. 

Tocaron la puerta un par de veces, sacándola de su nube de pensamientos mezclados como una masa de pan, alarmándola y con la vergüenza hasta por su coronilla, sin perder su tiempo se puso su camisón de dormir simulando que recientemente se levantaba y jaló las sabanas ocultando las manchas de humedad, culpa de sus fluidos.

Entro Paula para dedicarle los buenos días mientras traía una charola con té de menta, con la sorpresa de encontrar a su ama despierta, intentando vestirse por su cuenta, nada ni en lo poco común que pasaba.

─ ¿Sucede algo mi ama? ─ Arqueó una ceja extrañada deleitando a su ama. 

─ ¡S-Sí! ─ Añadió con nerviosismo. ─ Solo que quise comenzar de pie derecho esta mañana ─

─ Ya veo, ¿Acaso esta emocionada por algo? ─ Sonrió apaciblemente.

─ ¿Eh?, pues... ─ Rascó su cabeza buscando excusas.

─ ¡Ah! ¡Debe de ser la visita de su hermano! ─ exclamó Paula.

"Cierto, hoy vendrá mi hermano Edward", usó eso para afirmar su muy nueva y extraña actitud, siendo solo para cubrir su indecencia, Paula con un gran aire y aura para animar a su ama, solo la pudo animar y felicitarla con todos los ánimos que pudiera dar, y Elizabeth, solo siguió la corriente, siguiendo ese mismo aire de felicidad.

Desde el año pasado, Elizabeth ha comprado un exquisito vestido para poder impresionar a su esposo en su aniversario de matrimonio, era un refinado y caro vestido de detalles rojos con crema, mostrando su esplendor y elegancia para él, sin embargo en plan para la noche de aniversario se tuvo que atrofiar por un viaje de Ciel fuera de Londres hacía Alemania, dejando a Lizzy con ilusiones rotas.

Married demonized (Ciel Phantomhive y Elizabeth Midford)||KuroshitsujiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora