Paradox ★ Yoonmin [Chispasrojas]

Capítulo 05

Capítulo 05. Sucesos Inalterables

*Escrito por @chispasrojas, prohibida la adaptación y/o resubida de esta historia.

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—Chsst. ¡Chssst!

Yoongi abrió los ojos lentamente. La silueta de su propia persona se encontraba en el marco de la puerta, chistándole. Empezó a frotarse los párpados, creyendo que alucinaba. Estaba tan dormido, que parecía haber olvidado lo sucedido en las últimas veinticuatro horas. Y su propio cuerpo caminaba ahora hacia él, se inclinaba sobre su rostro y le sostenía el mentón peligrosamente cerca, con un par de dedos ágiles.

—Venga, espabila. No pienso llegar ni un minuto tarde —dijo, ladeando la cabeza—. Vaya. No sabía que estaba tan guapo recién despierto...

Jimin esbozó media sonrisa pícara que identificó hasta en el rostro de su cuerpo. Por supuesto que era él. Él. Yoongi le apartó de un manotazo en cuanto recordó qué diablos se encontraban viviendo.

—Oh. Eres de los que tienen mal despertar. Ya veo.

—Estaba soñando —suspiró Yoongi, incorporándose perezosamente.

—¿Conmigo?

—Al otro lado del pacífico —sentenció.

—Eso es jodidamente lejos —jugó Jimin.

Yoongi pisó el suelo, sintiéndose fatigado.

—¿Qué hora es?

—Las once.

El mayor levantó la mirada, atónito.

—¿Tanto he dormido?

—Me ha dado tiempo a recoger mis cosas —Jimin encogió los brazos—. También he estado poniendo al día la agenda de mi teléfono. Pienso retomar mi vida hoy mismo, empezando por asistir a la fiesta más de moda en el Sector Este de la ciudad.

Yoongi se levantó de la cama frotándose la frente levemente. Le echó un vistazo a la indumentaria de Jimin, un pijama lavanda de raso. ¿Es que buscaba glamour hasta a la hora de dormir?

—¿Qué diablos haces con ese pijama? —formuló enfurruñado—. Quítate esa cosa. Es mi cuerpo.

—Reconócelo, el color lavanda te sienta genial —Jimin dio una vuelta coqueta sobre sí mismo, luego le dirigió una sonrisita.

Yoongi le lanzó la almohada de plumas en toda la cara. Así fue cómo Jimin captó la indirecta. No traspasar los límites en los últimos minutos de intercambio.

No tardaron en vestirse y salir de allí, para subir en el auto. De camino, compraron un café helado para Yoongi, y un zumo natural para Jimin. El menor condujo hasta el restaurante y estacionó muy cerca, lo suficiente para salir de allí sin ser reconocidos, con gorras y mascarillas.

Empujaron la puerta a la hora del mediodía, y buscaron la sala de la señorita Xiang, el salón ritualístico por el que pasaban los huéspedes. No había nadie a esa hora, más que un camarero despistado que se quedó con la palabra en la boca al ver pasar al par de muchachos de largo.

—Es ahí —dijo Yoongi.

—Vamos.

Entraron en el salón sin demora, y allí, entre la mesa redonda y las cortinas con dibujos y caracteres chinos, encontraron a la mujer. Ella levantó la cabeza, y luego se incorporó con un rostro extrañado.