Nunca en sus 3 meses de trabajo había experimentado algo así, y siente que debería tomarse unas vacaciones de dos semanas y recuperarse de lo que acaba de experimentar.
Tsukishima será su muerte, Tadashi está seguro. Reza para que no tenga que interactuar con él de nuevo, por que aunque le gustaría mirar su rostro un poco más, preferia evitar el impacto que tiene su cuerpo y mente al verlo.
Hace todo lo posible para borrar el nombre de su mente.Funciona. Él piensa que funciona.
Repite su rutina una y otra vez, hasta que más tarde en la noche llega a su casa y hurga en sus bolsillos para recoger la propina que hizo ese día con la mente exhausta.
Él cuenta. Los yenes se suman lentamente, 200, 500, uno de 1000 que lo hace sonreír, hasta que saca uno último de 10000.
// espera, espera, ESPERA //
No puede creerlo, son muchos ceros, y sabe que son solo de una persona, tiene una extraña mezcla de confusión y ensoñacion.
Tsukishima definitivamente es su muerte.
Su afirmación es cierta cuando al día siguiente en su trabajo, apenas saliendo de los vestidores y encontrándose con Sawamura le acerca una solicitud.
"Tsukishima-san de la habitación 1211, acaba de llamar, ¿podrías subir y llevarle una nueva tarjeta de acceso?"
Comienza con eso, y a medida que pasan los días las solicitudes simples a su nombre se acumulan.
Nunca en su vida había presionado él botón plateado número seis tantas veces.
Recibió tanto dinero en propinas desvergonzadas deslizándose en su bolsillo delantero con dedos elegantes y una sonrisa maliciosa y una pizca de diversión en los ojos ambarinos.Su cerebro le dice que obviamente Tsukishima está jugando algún tipo de juego. Y él, se entrega totalmente a ello.
Es el séptimo día de la estadía de Tukishima, cuando vuelve a llamar a su puerta con una bandeja de cartas en la mano, dirigidas a su invitado.
Yamaguchi no mira, aún así siente curiosidad por el nombre de pila de su invitado, y sus mejillas se ponen calientes cuando descubre el nombre, Kei, es tan corto pero perfecto, encaja perfectamente en él.
"Kei" susurra Tadashi en el pasillo vacío, y las letras encajan como si estuvieran destinadas a ser dichas por...
"¿Yamaguchi?"
Tadashi se estremece con tanta fuerza en la puerta que deja caer las cartas al suelo.