Con el conocimiento de su verdadera identidad y autorización de ir y quedarse en su querido hogar hasta que supiera lo siguiente por hacer con su vida, Candy, a lado de sus madres, llevaba poco tiempo.
Éste lo invirtió en enseñar, en curar y en estar al tanto de pequeños y grandes. Hasta que un día, luego de pasado un chapuzón, una muy grata visita la rubia recibió.
Se trataba del Doctor Martin, quien increíblemente de aquella choza—Clínica Feliz hubo sido expulsado.
— ¡¿Por qué?! — fue la pregunta azorada de la linda rubia enfermera.
— Porque según ellos han vendido el lugar.
— ¡¿Ellos?! ¡¿Y quiénes son ellos?! — ella quiso saber.
— Los dueños, por supuesto. El gobierno, para decirlo todo.
— ¡Pero...!
— Candy —, nombró la hermana María detrás de aquella que oía: — ¿por qué no invitas al doctor a la casa?
... y es que donde estaba parado había un enorme charco de lodosa agua.
— ¿Ah? Oh, sí. Disculpe mi descortesía, Doctor Martin.
— No te preocupes, Candy. De hecho, sólo estoy de paso. Seguiré hacia el oeste. Allá intentaré instalar un consultorio médico.
— Pero... ¿solo?
Interior y exteriormente, a la joven le dolía la partida del que también se convirtiera un buen amigo.
— No me queda de otra. Pero, ya una vez esté por aquellos lugares, me comunicaré contigo. Quizá corra con suerte y vengas a trabajar a mi lado.
— No... estaría mal. Y de hecho...
Los ojos verdes de la rubia se posaron en la figura de una que representaba al amor maternal, y que le observaría:
— Hija, a nosotros nos encanta tenerte en casa. Pero, tanto la señorita Pony como yo, estamos conscientes de que aquí no puedes quedarte. Sin embargo...
— Estoy segura que no me pasará nada, hermana María
— No se trata de eso, querida, sino... —, ¿el hecho de volver a escapar de su realidad? — además, ¿no piensas consultarlo con el señor William?
— ¿Albert? — se indagó con intriga. — ¿Acaso cree que no me lo permitiría?
Uno a uno, los ojos de la pecosa miraron a sus interlocutores. Consiguientemente, se enfocó en quien decía:
— Digamos que pudiera tener otros planes para ti.
— No. Albert sería incapaz de imponerme algo en contra de mi voluntad
— Entonces, con mayor razón para que lo consultes con él y sepa de tus planes. No puedes irte sin anunciárselo antes.
— Eso significaría volver a Chicago
— ¿Y qué tiene la ciudad para que evites visitarla?
— No... nada.
— Siendo así, entre más lo hagas, menos tiempo le quitarás al Doctor Martin.
— Que insisto... —, él tomaba la palabra, — primero voy allá y después me comunico contigo.
— Está bien — contestó una sonriente Candy debido a un repentino deseo que le brotara.
— Bueno, entonces... —, una mano se extendió hacia la rubia, — no nos despedimos.
— Sólo decimos hasta luego. Buen viaje, Doctor Martin
ESTÁS LEYENDO
FRENTE A FRENTE UNA VEZ MÁS
FanfictionEl texto iniciaba así: "mientras haya vida..." y ella y él tenían que seguirla viviendo hasta un nuevo reencuentro. Éste ocurrió de la siguiente manera, otra versión de las tantas que me han surgido. * * * * * * * * * * Historia primera vez escrita...