Capítulo 4 parte B

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Con un asentamiento de cabeza, la plática se acabó; y Terry buscó una salida para ir de nueva cuenta a su camerino; reservado que mientras tomaba lo necesario, era visitado por Karen para cuestionarle una vez más:

— ¿Y bien?

— Ya hablé con él

— ¿Y qué dijo?

— Francamente un "sí" no me dio, pero tampoco un "no"

— Eso no me basta

— Pues es lo único que puedo hacer por ti hoy.

— ¿Por qué? — la castaña actriz cuestionó; y a lo obviamente divisado, preguntaba: — ¿te vas?

— Sí; pero vuelvo en unos días.

Terry, con sus pertenencias en la mano, se paró frente a su compañera para decirle:

— Y ya que te hice un favor, yo quiero otro de ti.

— ¿De qué se trata?

— De que de vez en cuando... visites a la señora Marlowe por mí.

— ¡¿Qué?! — gritaron fuertemente. — ¡¿Acaso estás loco?!

— No, pero me falta un poquito

— ¡¿Te falta?! Yo más bien diría:

— Que ¡sí! me harás ese favor

— Terry, no. Pídeme lo que quieras, pero eso... ¡no!

— Karen, no seas mala. Desde la muerte de Susana quedó muy mal.

— ¿Y ha sido mi culpa?

— No, claro que no. Fue mía; pero, pensé que eras amiga y...

— Es que... ayudar a Susana, a pesar de que ya está muerta, va en contra de mis principios. Tú más que nadie sabe lo mucho que la odié.

— Yo también lo hice en un determinado momento; pero, por el amor de una mujer...

— Está bien — dijeron resignadamente. — Sólo porque la conocí te apoyaré. Pero, promete que en cuanto la veas, le darás mis saludos.

— Tienes mi palabra.

— Entonces, únicamente me resta desearte buen viaje y buena suerte.

— Gracias, porque efectivamente la necesitaré.

Sin embargo, Terry, yendo Karen a su lado, cuando llegó a una oficina para informar que se retiraba...

— Le aseguramos, señorita, que no es ninguna molestia. Tanto a mi prometido como a mí nos gusta ayudar a la gente.

— ¿El señor lo es?

Él dijo 'No' inmediatamente; y ella:

— Sí, por supuesto. El famoso actor Terry Granchester; y él será el encargado de que pronto tenga esos hospitales infantiles.

— ¡Zelma! — pronunció el comprometido; y la mencionada raudamente se acercó a él para posar frente a una cámara fotográfica.

Aunque por el gesto molesto del castaño le pidieron otra más. Él también a su compañera unas palabras en privado para cuestionarle furioso:

— ¿De dónde piensas que sacaré ese dinero?

— ¡Fácil! Actuando.

— Aun así... es mucho.

— No te preocupes, querido. Le aumentaremos un cinco por ciento al boleto para asistir a la función y eso irá a la beneficencia.

— Tu padre podría no estar de acuerdo.

— Lo estará; porque tú y yo seremos la sensación en la nueva puesta de escena. Además, necesitamos promocionarnos; y continuar diciendo que estamos comprometidos haremos que muchos asistan.

— No, no lo creo. Así que, tienes cinco días para desmentir todo esto. Y de no hacerlo... lo haré yo.

Aunque claro, todo dependía de lo que encontrara en Chicago.

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