Frente a los ojos azules de un ser, una orden se dio, acatándose ello en un instante y no sabiendo el rubio qué hacer.
La actitud de Candy lo había sacado de balance; y aunque eso no iba a intervenir en sus decisiones...
— Ya sabe dónde encontrarme cuando tenga una respuesta — hubo dicho el galeno militar; quien después de haber deseado — buen día —, buscó una salida; yendo detrás suyo los demás.
No obstante, al divisarse solos y percibiendo en su interior lo erróneo de su comportamiento, Candy se giró y detrás de aquél fue, gritándole a metros de distancia:
— ¡Doctor Lenard, espere, por favor!
A pesar de la molestia que le hubo causado su "egoísmo", el solicitado se detuvo, viendo pasar uno a uno de sus compañeros y quedándose él para aguardar por ella.
Frente a frente, Candy le diría:
— Lo siento. De verdad, lo siento mucho. Fue muy infantil de mi parte haber actuado como lo hice allá —, su pulgar apuntó hacia atrás.
— Quisiera encontrarle razón a su actitud, pero...
— No me justifico; y tampoco, es fácil decirle adiós a los amigos. El Doctor Martin es uno y...
— Eso, señorita Andrew, lo sé más que ningún otro. Estando en la guerra, uno está en un momento, y en el otro ya no.
— Es cierto; y lo siento nuevamente.
— Está bien. Y para que vea que efectivamente lo está, no vuelva a repetir 'lo siento' y olvidémonos del incidente. Tiberius Lenard, a sus órdenes, señorita Andrew.
Ella divisó la mano que se extendía a su persona, la cual aceptó diciendo:
— Candy, Doctor Lenard. Enfermera titulada.
— ¿En serio? — un rostro se mostró sorprendido; y en el momento de soltarse las manos...
— Sí — ella corroboró su profesión. También: — sólo que en estos momentos... me encuentro desempleada; y honestamente me interesa su noble proyecto.
— Siendo así, vayamos a tomar un café y hablemos de ello. Esto, le aseguro, es sólo el principio de una cadena de logros por alcanzar.
— Entonces, no se diga más. Sólo permítame avisarle a...
— No te preocupes, Candy — dijo Albert a dos pasos de distancia y divertidamente; — ya estoy enterado de tu salida.
— No tardo, ¿de acuerdo?
— Entendido, pequeña.
La rubia sonrió y se giró para irse increíblemente con el galeno militar. Hecho que el rubio no quiso deducir por su cuenta, ya que...
— ¿Todo bien, William? —, George apareció por el lugar.
— Honestamente... no lo sé —, y enterarían al secretario: — Candy se ha ido con el doctor Lenard.
— Y... ¿hay problema con eso?
¿Qué si lo había? Ya lo creía; sobre todo, porque iban a ser ¡horas! las cuales la querida hija de Pony pasaría a lado de aquel joven doctor. Uno que, ya ocupando una mesa de cafetería, le contaría a ella desde su modo de vivir familiar, su deseo de ser doctor y no tanto por ser la misma profesión de su padre, sino el procurar por los demás. Gesto que: lo llevó a la guerra al conocer de antemano la ayuda que allá se iba a necesitar; lo mantuvo vivo entre bombas y balas; y lo trajo de regreso a casa para continuar con su labor.
— ¿Y no es más fácil colaborar con su padre?
— No. Él y yo... —, además de no parecerse mucho, — nunca hemos podido ser amigos. Es muy...
— Sí — Candy lo interrumpió; — creo que no necesita decírmelo.
— ¿Acaso lo conoce?
— Por supuesto. Un tiempo trabajé en el hospital que él preside. Pero, por problemas familiares... lo dejé; ocupándome en la Clínica Feliz con el Doctor Martin y...
— Ahora entiendo
— Y yo también, le aseguro. Además, hace algunos ayeres conocí a alguien, que quiero pensar ya es un médico militar.
— ¿En serio?
— Sí, Michael es su nombre
— Michael, ¿acaso... su novio?
— No — contestó ella; y debido a que escuchó su tono entristecido, corregía rápidamente: — ¡no, no! Él... sólo... Era un oficial francés y...
— Está bien — dijo Tiberius disimulando una sonrisa debajo de la servilleta que se llevó a la boca para limpiársela.
— Según, se me enteró estaba preparándose para ser cirujano.
— Michael — alguien volvió a repetirlo; — conocí tantos con ese nombre que... ¡espere! —, un ceño se frunció. — No — dijo, — no puede ser posible que esté frente a... Candy, es su nombre ¿cierto?
— Sí.
— Además, una Andrew. También enfermera y...
— ¿Qué pasa, doctor?
— ¿De casualidad conoce a Elisa y a Neil?
— Sí... por supuesto
— Entonces... es usted
— ¿Cómo?
— Sí, Michael el del batallón 486. Sí, tiene que ser él
— Doctor, no lo entiendo
— Verá... mi unidad militar, una noche, recibió al remanente de aquel grupo. De 1,250 hombres sólo 43 regresaron. Michael, el cirujano, iba entre ellos. Después y mientras cenaban, aquellos hombres para no sentir la dureza del evento y la lejanía que los separaba de sus familias, comenzaron a relatar de ellas. Michael, y como otros tantos, nos declaramos solteros; pero, no por eso se pudo evitar recordar a personas especiales. Él nos platicó de una divertida y a la vez preocupante situación. Se trataba de dos hermanos perversos que le pusieron una trampa a una chica muy valiente y futura enfermera que había arriesgado su vida al estar descendiendo por fuera de una torre y todo por un pequeño maletín de ropa.
— Dios — Candy se tapó el rostro. — Era él.
— Y que como muchos perdieron la vida estando al frente; pero, por los que todavía siguen heridos es que he prometido...
— Por favor, no me avergüence más.
Y él efectivamente ya no lo hizo, sino mirarla y sonreírle cuando ella le dedicó una mirada que la hizo decir después de pasados algunos segundos:
— Así como Michael, usted y yo no sólo compartimos la medicina, sino el pensar en los otros.
— Así parece
— Entonces... me gustaría participar con usted.
— Señorita Andrew, no será fácil al principio. Nuestra sociedad está demasiado golpeada y...
— No importa. Confío que un día vamos a encontrar un alma noble y generosa que nos ayudará a realizar nuestros propósitos: ayudar a quienes lo necesitan.
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FRENTE A FRENTE UNA VEZ MÁS
FanfictionEl texto iniciaba así: "mientras haya vida..." y ella y él tenían que seguirla viviendo hasta un nuevo reencuentro. Éste ocurrió de la siguiente manera, otra versión de las tantas que me han surgido. * * * * * * * * * * Historia primera vez escrita...