El Chico

agosto

Me gusta la música lenta. Me da paz, me da tranquilidad. Me llena cuando me siento vacía. En ocasiones me siento amada por las letras de esas canciones que pongo en mi lista de reproducción, siento que son cosas que tú me dirías.

Me gusta planear las cosas, pero me disfruto de las emociones imprevistas. Como aquel viaje que hice a tú ciudad, que venía estipulado desde agosto de 2016.

Planeé todo, me imaginé nuestras reacciones; pensé de más todo...

"¿Me abrazarías?", "¿Correrías al verme?", "Espero estés en shook tanto como yo"...

Creo que ese fue el problema conmigo siempre, que me ilusiono mucho. Que mis expectativas se elevan a un punto en el que solo yo me termino dando cuenta de que mi mente es una completa fantasía.

Me doy cuenta demasiado tarde de mis pensamientos, para mí desgracia. Me doy cuenta en el momento que nada es como me imagino, como lo pienso, como lo estipulo desde tiempo.

Puede que esté perdiendo la cordura.

Estamos demasiado ocupados en crear escenarios falsos para futuros encuentros que nos olvidamos de los que en verdad importa.

Puede que esté perdiendo mi estabilidad emocional.

Cuando pasan esos encuentros me olvido de sentir. Quedo en blanco, se me vuela de la cabeza todo lo que se supone que tendría que hacer en ese momento, todo lo que debería emocionarme o hacerme llorar, termina por darme... nada.

Puede que esté perdiendome.

Agosto es el peor mes.

Porque así como te planeé ver,  también te perdí... de mil maneras te perdí.

Agosto, no te odio. Bueno, puede que si un poco.

Simplemente no me gustas.

Pero si me gusta que gracias a ti, haya podido conocer al amor de mi vida, en el mes once.

Te perdono, Agosto.

Te perdono porque estoy escuchando música lenta y relajante.

Te perdono porque el único amor real y dañino que he tenido quiere que lo haga.

Te perdono nada más porque hoy hace frío, y porque a Brandon y a mí nos gustaba el clima frío.

Puede que mañana te vuelva a odiar.