Capítulo 5

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Los días comenzaban a pasar de manera lenta para los dos niños enfermos que se mantenían en el hospital ya que los padres habían aceptado que las enfermeras se mantuvieran al tanto de ellos en las horas que les tocaba trabajar, aunque Mitsuki era ...

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Los días comenzaban a pasar de manera lenta para los dos niños enfermos que se mantenían en el hospital ya que los padres habían aceptado que las enfermeras se mantuvieran al tanto de ellos en las horas que les tocaba trabajar, aunque Mitsuki era la única que trabajaba desde el hospital y podía mantenerse al tanto de los pequeños, cambiaba turno con Inko o con su esposo para ir a dormir un poco y luego volver al hospital completamente renovada.

A quien no le habían vuelto a ver la cara desde el primer día que los niños ingresaron fue a Hisashi, el hombre se había desentendido por completo de su hijo y por lo que los Bakugou sabían por Inko misma, el hombre ni siquiera preguntaba por la mejoría de su hijo, así que Inko le contaba poco y nada ya que Hisashi tampoco le parecía prestar atención a lo que le contaba. Eso la mantenía molesta porque incluso su jefe, quien no era siquiera familiar de ella ni de su pequeño, solía preguntar cada día por la mejoría de su hijo y eso, aunque lo agradecía de todo corazón, también le molestaba mucho porque esperaba ver ese mismo interés en su esposo pero éste ni importancia parecía tomarle.

Soltó otro suspiro mientras observa la puerta de la habitación donde habían colocado a ambos niños a petición de Mitsuki, aún le daba vergüenza que el matrimonio haya pagado todo y no le hayan dejado poner de su parte, pero estaba agradecida con su amiga y con el esposo de esta por todo lo que hacían por su pequeño y por ella. Volvió a lanzar un suspiro mientras pensaba que hubiera estado excelente que Hisashi fuera salido un poco más como Masaru y que así pudiera ponerle un poco más de atención a su hijo y a su infección.

—Si sigues suspirando voy a pensar que también estás enferma, Inko —Comentó Masaru sentado a un lado de la mujer.

—¡Aaahh Masaru! ¿Hace cuánto estás allí? —Cuestionó Inko luego de haberse recuperado del susto dado por el contrario.

—Recién llegué, pero te vi con la mirada perdida y suspirando que me preocupé por ti —Respondió Masaru con una sonrisa, pasándole un bentō junto a los palillos. —Come un poco Inko, no tienes pinta de estarte alimentando.

—Gracias Masaru, estoy bien, no tenías que molestarte —Comentó Inko tomando el bentō, notando que aún estaba caliente ya que sus manos se habían calentado un poco. —Si he estado comiendo, en el trabajo me han estado alimentando también, parece que la preocupación por mi niño me hace ver como si no hubiera comido en estos últimos días.

—No es ninguna molestia, es mejor no descuidarnos ahora que falta poco para que a los chicos les den el alta y vayan a casa —Aconsejó Masaru mientras le sonreía levemente. —Es bueno saber que tienes buenos compañeros de trabajo, así que no tenemos que preocuparnos demasiado. ¿Y Hisashi?

Y con esa pregunta Masaru se dio cuenta que nada andaba bien en el matrimonio de los Midoriya, su esposa ya le había comentado sobre el comportamiento del hombre, estaba sorprendido que aquel buen hombre que conoció hace años se comportara ahora de esa manera con su propia familia y le molestaba bastante, por ello permitía que su esposa lo golpeara, ni siquiera se molestaba en reprocharle con la mirada porque con Hisashi no valía la pena que se aguantara.

No tengas miedo, Deku [KatsuDeku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora