Cap 11: Señores pasajeros, bienvenidos a Cancún

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Cap 11: Señores pasajeros, bienvenidos a Cancún

Era una mañana de martes hermosa, soleada, con 15 grados de temperatura. Espectacular para volar. El taxi de la aerolínea llegaría en una hora, lo que me dio bastante tiempo para ir a comprar comida para el vuelo al supermercado de enfrente y luego cambiarme y maquillarme bien. El taxi llegó a las 11 en punto, a la 1 de la tarde salía mi vuelo y tenía que estar 45 minutos antes para hacer los chequeos de rutina. 

Cuando comenzaron a entrar los pasajeros, decidí no recibirlos y quedarme en el galley (cocina del avión) trabando carros y todo lo demás. Luego tomé mi lugar y despegamos. El viaje fue bastante tenso, esta vez me tocó servir en clase turista, la cual estaba repleta.

-Disculpa. ¿A qué hora llegaremos a Cancún?-  Soltó un pasajero al cual le estaba sirviendo café, el cual me despertó de mis pensamientos.

-Señor, según el comandante, a las 8 de la noche hora local estaremos aterrizando en el aeropuerto de Cancún – Le sonreí amablemente. 

Continué con mi servicio, enrollada en mis pensamientos. ¿Qué pasaría si me encuentro a los gemelos allá? ¿Qué pasaría con Bill? Todavía no entendía porque estaba tan desesperado en que le avise cuando llegue. En lo que fue ayer y hoy a la mañana, no dejó de mandarme mensajes, diciéndome que le avise cuando esté en el aeropuerto de México.  ¿Por qué tanta desesperación?

Bill tenía algo especial, algo que lo hacía diferenciar de todos los hombres. Podría ser controlador, obsesivo, compulsivo y mandón a veces, pero otras veces se mostraba tímido, tierno, se preocupaba por mí. Me está volviendo loca. Y lo peor de todo es que me enrollé con su hermano gemelo, y él no se estaba limitando por eso. ¿Será que está interesado por mí de verdad? Esa pregunta me carcomía el cerebro.

Llegó mi bendita hora de descanso, saqué mi comida, tomé una revista que me había comprado en el aeropuerto y me puse a leer. En cuanto pasó a la quinta página, un enunciado me llamó bastante la atención.

“Bill Kaulitz, ¿Cuidador de borrachas?”. Decía el enunciado, no lo dudé y seguí leyendo.

“Se ha visto a Bill Kaulitz en una discoteca de Buenos Aires, acompañado con su hermano gemelo, Tom Kaulitz, festejando su 26 cumpleaños. Lo que pudimos ver apenas llegaban las 4 de la madrugada, es al famoso cantante de la banda alemana Tokio Hotel, sosteniéndole el pelo a una mujer de unos 24 años, la cual estaba vomitando por su borrachera. Pasando las 5 de la madrugada, se lo vio subiendo a su auto con la chica misteriosa, rumbo al hotel. ¿Quién será la chica misteriosa? ¿Acaso Bill Kaulitz la quiso acosar?”.

Me quede perpleja, y más aun viendo las fotos que habían publicado. Esa era yo. Increíblemente era yo.  Lo peor de todo esto, es que no tengo 24, tengo apenas 18. Todo el viaje me quedé pensando en esa nota, releyéndola unas 50 veces. Hasta que por fin, me tocó dar el anuncio de despedida a los pasajeros.

-Damas y caballeros, gracias nuevamente por volar con nuestra aerolínea. Les informamos que estamos descendiendo en la ciudad de Cancún, México. El reloj marca las 8 de la noche y la temperatura es de unos 25 grados. Desde ya muchas gracias por su atención y señores pasajeros, bienvenidos a Cancún – Dije con un tono amable, a pesar de la amargura que tenía por lo de la revista.

Cuando termino de agarrar mis cosas, bajé del avión y la ola de calor me sofocó. Por lo menos me iba a tomar unos días de playa que me relajen. Con o sin él. Caminando por el pasillo vi algo que no me agradó mucho. Ahí estaba Tom, con dos guardaespaldas y una chica de unos veintitantos sosteniendo la mano de Tom. 

-Hey, Cami!- Se escucho por el pasillo esa voz gruesa con acentó alemán.

-Tom, que sorpresa. ¿Qué haces aquí?- Pregunté, mientras lo abracé, mas que nada para disimular mi desagrado al verlo tan de sorpresa.

-Bill me mandó a buscarte, te presento a Ria, mi novia- Me dice levantando su mano, señalandomela. Yo la saludo amablemente con una sonrisa y ella responde con el mismo gesto.

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-¿NOVIA?- Pego un grito, toda la gente de al rededor giró a mirarme, esto era una broma. 

Límites {Tokio Hotel}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora