Capítulo 1

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Un muchacho de cabellera rubia larga, atada en una coleta alta, se encontraba caminado por la ciudad y no por cualquier parte sino por la zona más peligrosa donde se encontraba la peor basura. Se detuvo al llegar a un bar con un letrero en lengua extraña para muchos, la mayoría creería que es un dibujo u ondas, pero para el rubial tenía claro el significado.

La puerta del bar estaba cerrada, tocó la puerta, un hombre de desmesurada estatura y cuerpo lo observo sin decir palabra, el único gesto que se vio en él fue el movimiento de su mano, concretamente el chasqueo de los dedos. Deidara, así se llamaba, agarró un papel pequeño de su bolsillo e hizo el mismo movimiento que el musculoso hombre para a continuación darle el papel.

­- Bienvenido halcón -lo olisqueó cerca- solitario, nuestras chicas están al final y nuestros hombre por todo el lugar.

Dicho esto dejó pasar al rubial. Deidara se colocó en la barra para observar todo el panorama. Borrachos, putas y alcohol. Como se nota que era una ciudad turística en pleno verano, había más gente de lo habitual. Podía distinguir quienes eran cambiaformas de esta zona, por el olor de la ciudad en su piel, y quienes no. También de qué tipo de raza eran. El olor a sexo se olía sobretodo en la parte más lejana donde solo había una puerta. Se puso en pie dirigiéndose a la puerta, antes de que tocara la puerta se abrió dejando paso a un hombre con cara sonriente que ni siquiera se molestaba en arreglar su ropa.

Se introdujo dentro, había un pasillo y camino hasta llegar a la puerta con el número 20. Sin tocar paso. Dentro de la habitación había una mujer en frente de un ordenador en la cama, la mujer se tocaba y fingía gemidos en frente de la pantalla de ordenador. Deidara se sienta en una silla al lado de la puerta se queda observando a la mujer.

La mujer acabo al cabo de un rato la mujer finalizó, alagando a la persona al otro lado de la pantalla por su espléndido trabajo se despidió. Deidara se quedó mirándola hasta que esta se dignó a mirarle.

- Hombre, hasta que te dignas a venir -agarra una bata de seda, que cubría poco, y se pone en la esquina de la cama- dime Deidara, ¿has venido a que te haga un trabajito? -le dijo con retintín.

- No querida, solo quiero que me des mi bote.

- Siempre tan aguafiestas -se pone en pie y se acerca a un mueble en el que tuvo que agacharse ya que se encontraba en el cajón de abajo, mostrando así sus redondeados glúteos- Quiero probarte hueles agradable. -La mujer se acerca al hombre sensualmente- No sé ni para que lo necesites, te estropea -la mujer de cabellos bicolor le tiende un frasco de cristal con algún tipo de polvo de color blanco en el interior.

- No te hagas la tonta Pakura. Sabes perfectamente que es para quitar mi olor. Me están siguiendo, el otro día vi a uno que me estuvo siguiendo hasta que entre a una perfumería -agarra el bote y lo pone dentro de un pequeño bolsillo en su hombro.

- ¿Seguro que solo es por eso? Me apostaría mi sueldo a que es que no quieres que tu pareja te encuentre.

- Antes de que continúes, es verdad, olí a mi pareja y no fue en la mejor situación. Y quitando eso, querida tú no eres quien para decirme eso; te acuestas con personas para que tu olor se mescle con los de ellos y así no encontrarte con tu pareja.

- Lo sé, el muerto le mira al tuerto, ¿no? ¿Pero acaso tu magnifica pareja es un cambiaformas cuervo?

- Sí, y me traicionó. Seguro que olió que yo era su pareja pero me traicionó y aparte me han dicho que por esta zona hay muchos cuervos, así que más vale prevenir que curar. ¿Está bien hecho? -intenta cambiar de tema.

Un halcón resentido y un cuervo solitario [Libro 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora