Capítulo 2

943 68 0
                                    

                — Estoy caminando a una especie de gimnasio, me siento cómoda  al estar dentro, voy habitualmente en este lugar nadie me molesta, pero la sensación cambia algo no va bien. La sensación de que necesito defenderme me hace ponerme en posición. Entra en el lugar y observa a por  todos lados buscando alguna cosa que pueda estar diferente. Todo parece estar en su sitio, las estatuas de piedra que adornaban el lugar… lo único diferente era la luz, la luz del atardecer no brillaba por la ventana. El pánico se apoderó de mí, intento tranquilizarme. Comienzo a acercarme a una de las ventanas pero un movimiento al otro lado me frena. Retrocedo hacía la entrada, al llegar a la puerta la intento abrir pero está cerrada. Aporreo la puerta intentando pedir ayuda, el miedo era potente los vellos de la piel se erizaban, la pupilas están contraídas, la voz ya no se oye, era como una voz ahogada…

                Un aleteo detrás de mí se oye, detuve mis acciones, el aleteo también se detuvo. Giro mi cara, preocupada por lo que me puedo encontrar,  todo se encontraba oscuro no puedo ver nada, ni siquiera donde se encontraban mis manos. Una silueta parecía moverse a unos metros enfrente de mí, comenzaba a ser visible, sus pasos retumbaban en el suelo de madera. Era un hombre… un hombre vestido de negro, se podía ver trozos de piel por las telas, era una piel blanca, clara pero cubierta por sustancias. Su olor me llegó a las fosal nasales olía como cualquier cambiaformas cuervo, a alcantarilla, arrugo la nariz. Pero cuando se acerca más pude detectar otro olor. Ese olor me hace abrir los ojos. Pareja.

                — Pareja—habló  a la vez Deidara.

                — Observo mejor al cambiaformas, era un chico joven, podía ver su rostro, era de rasgos finos, con cabellos cortos con las puntas ondeando dándole un aspecto rizado. No tengo por qué tener miedo. Sus ojos negros me absorbían de cualquier pensamiento. Lo único que quiero en ese momento es restregarme con su olor. Los brazos de él me aprisionan contra la puerta, no puedo apartar mis ojos de los suyos, sus ojos comenzando a brillar convirtiéndose en rojo intenso. “Deidara del nido de Onoki, ayúdame. Tú puedes hacerte cargo de unos cuantos. Mata a cuantos puedas. Nadie dirá nada” Sus palabras no paran de retumbar en mis oídos, es como un mantra. Vuelvo a abrir los ojos. Estoy en mi forma de ave, estoy volando por el nido. En mis patas llevo las bombas caseras que suelo hacer.  Suelto los explosivos, no pienso en quien va a morir, que pasará ni  porque lo hago no pienso en nada simplemente estoy actuando como me lo dijo aquel chico.

                Después de soltar varias bombas comienzan a atacarme y yo a defenderme. Había una mujer que me gritara que parece pero no hablaba ni hacía caso solo obedecía la voz que seguía oyendo. Para quitármela de encima le lancé directamente un explosivo poco me importaba si salía con vida. La cambiaformas halcón cae en el techo de una de las casa quedándose inmóvil. Continúo con los explosivos, me paro en uno las terrazas de las casas y preparo más explosivos con mis manos, con las bocas. El cuervo de antes vuelve a aparecer. “Bien hecho Deidara. Buen chico” Me acaricia el pelo. “Pronto nos iremos, así que te tengo que hacer que olvides todo lo que has visto.”  Vuelve a poner sus ojos sobre los mismos y aquel rojo de sus ojos se fue apagando hasta que todo se volvió totalmente oscuro.

                Vuelvo a abrir los ojos pero esta vez estoy atada en un palo, con los consejeros a cada lado de Onoki. El me mira decepcionado. Diciéndomelo todo con la mirada.

                — ¡Ya basta! —dio un grito Deidara— eso, ya recuerdo eso —lo dijo con un tono más bajo.

                Doble H relajo las facciones de su rostro y quita delicadamente las manos— ¿Es eso todo lo que querías saber?

Un halcón resentido y un cuervo solitario [Libro 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora