Sasori ya se encontraba decaído con lo de Deidara por lo que decidió salir de casa esa noche. Ya hace un par de días que Deidara e Itachi se encontraban en una casa de alquiler en la zona ya que tenían que hablar con el consejo de la zona para testiguar que Deidara no había matado voluntariamente a sus congéneres.
Sai volvería al día siguiente de su ciudad y tenía que entrenar ya que solo se sabía la teoría y cómo hacer que el cambio no sea doloroso en caso de emergencia. También tenía que aprender a controlar su animal.
Se fue de paseo, su día a día siempre era aburrido, siempre igual: levantarse ir pronto al hospital para ayudar a su abuela después irse a su taller a hacer alguna marioneta, su pasión. Ir a casa para preparar la cena si su abuela aún no había vuelto y después dormir para un próximo día. Así más de 100 años. Ya tenía 200 años, no, 201 por este año, los tenía bien cumplidos. No sabía qué hacer con su vida el mero hecho de no haber encontrado a una persona con la que pasar su mísera existencia le molestada. Era como caminar en el desierto solo, tan difícil era pedir que su persona estuviera con él. Oh, ¿Deidara por qué no le había elegido a él? ahora sufría porque otra posible pareja se le fue de sus manos.
Por eso esta noche buscaría a alguien con complacer sus bajos fondos y nada más, solo eso, alguien con quien pasar esa noche. Nada más sentarse en la barra del bar un chico se acercó. Tenía unos ojos grandes de color negro profundo al igual que su pelo corto, tenía patillas. Este tenía una sonrisa que parecía permanente en su cara y a la vez era coqueta. El chico era bastante deseable. Se gira hacía él aceptando hablar con él.
— Te he echado de menos —el moreno habló antes que él lo hiciera.
— ¿Qué? —Le mira extrañado— Perdona pero te debes de haber confundido, no recuerdo haberte visto antes.
— Sí, tú eres Sasori. Y yo Komushi. Jugábamos juntos cuando éramos pequeños. Claro ha pasado ya mucho tiempo... Pero me alegra que hayas sido tú. No sabría cómo actuar si llega a ser un desconocido. Bueno, hace mucho que no nos vemos.
Sasori le miraba con una ceja enarcada, aquel tipo le hablaba con tanta familiaridad, sin duda debió pasar mucho tiempo para no recordarlo— no te sigo, ¿De qué estás hablando?
— ¿Cómo que de qué? ¿No me has olido? —Sasori se acercó a él a pesar de que podía olerlo desde su sitio quería acercarse. Al olerlo pudo oler como un bosque lleno de maleza y frescura, que agradable aroma. Al olerlo también pudo identificar el tipo de teriántropos se trataba: Un lobo. Seguro que era uno grande, a pesar de ser los dos de la misma altura podría asegurar que el animal del otro era más grande. Unas manos en su cara con el delicioso aroma le despertaron de su ensoñación— Somos pareja, ¿Ya lo has notado?
Era eso, ¿era aquello el olor de una pareja? No imposible, no, no podía ser cierto. Era un desconocido. Se pone de pie— No te conozco —se acabó la noche. Se acabó para siempre o por una temporada. Era una contradicción a lo dicho anteriormente pero con una lógica, él no quería una pareja de ese modo quería una pareja que él pueda elegir y decir, yo te escojo a ti porque me he enamorado y no porque la tonta madre naturaleza les indique cuál es su pareja. Así no lo quería. Sintió como el chico también se puso de pie tras él. Había venido en coche hasta un pueblo cercano a dos horas de casa solo para volverse de nuevo. Mientras maldecía mentalmente por sentir como el chico le llamaba por el nombre, parecía triste. Incluso le llamó pareja...
Utilizó el mando de llaves del coche para abrirlo a distancia, escuchando por donde venía el pitido continuó su camino. Ya subido al coche pudo ver como el lobo se puso al lado de su ventanilla antes de que moviera el coche. Sasori por costumbre bajó la ventanilla.
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Un halcón resentido y un cuervo solitario [Libro 2]
Hayran KurguDeidara, halcón cambiaformas de una aldea cercana a las montañas del norte del país. Había huido del nido de Oonoki al ser acusado por haber ayudado en el ataque de los cuervos. Deidara sabía que él no había sido ya que no tenía ningún recuerdo sobr...