Tu preguntas y preguntas, y yo solo puedo responder que sí, que yo estoy bien. Te preocupas y no puedo evitar reír. Que quitarle importancia es mejor que admitir que no recuerdo como es sonreír. Que mentir es mejor que aceptar que desde que puedo recordar la sangre del corazón se filtra por todas las grietas de mi piel y inundan las calles por donde piso, arrastrando los zapatos, dejando un rastro que parece invisible. Invisible porque nadie viene a vendarme los pies, o tal vez yo no los dejo, no quiero que vean que tan bajo puedo caer.
Que recuerdo como era ir a la cárcel cada mañana sin sonreír y que todos pensarán que era normal en mi ser . Que aún recuerdo como era cruzarme con tus ojos y sentirme la persona más valiente y menos rota del mundo. Olvidarme de todo lo que sucede a mi alrededor solo por tus palabras dulces y serias a medio día. Coger la biblia y rezar por el fin de este infierno en mitad de la clase de religión y acabar tirándolo en el suelo de la habitación rendida delante de tanta mentira en los ojos de una cría. Que recuerdo llorar con el corazón encogido en el suelo de la bañera sin entender como unos cuerpos tan pequeños podían contener tanto odio sin resolver y que acaban resolviendo en mí, sobre mí, rompiéndome a mi, siempre a mi.
Que cuando dejé aquel lugar gris no pude evitar sonreír al pensar en que sobreviví, y que la mañana siguiente me levanté con el corazón compungido al pensar en que estoy obligada a dejarles atrás y ya no ser abrazada por ellos nunca más.
Que me paseé por las calles de la ciudad cerca de el edificio gris solo para verte a ti desde lejos y huir, porque si me acerco no quiero admitir que sigo siendo la misma que fui y no me gustaría admitir que soy tan diferente a la vez que ni yo me veo reflejada en el espejo ni en mi piel. Que me marcho lejos después de verte sonreír y seguir viviendo, sin mi. Que descubrí que una persona realmente nunca se va del todo, porque se queda en ti. Y tu te quedaste en mi.
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Cosas que no te pude decir a la cara
PoetryCosas, simplemente cosas, que una vez se quiso gritar a los cuatro vientos, pero nunca se pudo.