Cosas que no te pude decir a la cara

No sé si te quiero o solo te añoro.

Tú, que llegaste como un huracán, al principio en silencio, despacio, y después con una fuerza descomunal, llegando a destruir las raíces más profundas de los árboles, y mis sentimientos.

Tú, que solo me has dejado la sombra de tu cuerpo. La sombra que veo cuando cruzo la esquina y cuando creo que he escuchado tu sonrisa.

A ti que te saqué de la oscuridad, tu infierno y te reconstruí. Que te marchaste sin avisar cuando aún nos faltaban mil cosas para vivir juntos, mil aventuras y risas a las 3 de la madrugada. Que te quería tanto, y supongo que aún lo hago, que pararía una bala con mi pecho para evitar que te matase, aunque la bala llevase tu nombre marcado. Que te defraudé mil veces y siempre quisiste volver.

Pero el día llegó. Te fuiste con ellos sin decir adiós, dejando un vacío, que créeme, nadie que no sea tú, podrá llenar.

Siempre he pensado en lo que te diría cuando te volviese a ver, ¿y sabes qué?

No pararía de gritar que te odio mientras por dentro pediría uno de tus abrazos que me hacen sentir como en casa. Solo querría sentir el color de tu sonrisa hasta caer agotada en la cama, y sentir tu piel, aquella que recorrió, en segundos, una electricidad por mi cuerpo, que nunca he aprendido a olvidar.

Tampoco lo he intentado mucho.

¿Y sabes por qué?

Porque mi cabeza no puede olvidar nuestra primera conversación, como las chispas saltaron en el segundo cero y nunca llegaron a cesar.

Que te odio porque los únicos recuerdos buenos que tengo de la cárcel son los tuyos, y odio que estés bien, porque al menos antes me necesitabas. Odio que seguramente tú ya no te acuerdes de mí, cuando yo aún sé el nombre de tu madre y tu cumpleaños. Aún sé tu color favorito y la canción que te hacía llorar, aún recuerdo tu pasado y tus lágrimas, incluso recuerdo esa pequeña peca que tienes en la espalda y que nunca has enseñado a nadie.

Pero no quiero llamar, aún no sé si te quiero o solo te añoro.