Creo que siempre

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Aún puedo escuchar tu voz en mis sueños, pero no sé si eres tú.

Por alguna razón que no sé, aún puedo sentirte.

Intento cerrar mis ojos pero no ayuda, aún puedo verte.

Aún puedo tocar tu alma y sentir tu piel contra la mía.

Es como si el dulce ruido de tu risa nunca se acabase.

Y es duro pretender que no está, porque está.

Está en el aire envolviéndome como una niebla invisible, está en las calles donde tú y yo solíamos pasear, está en el edificio donde la escuché por última vez y que ya nunca he podido volver a ver.

Me levanto cada noche envuelta de sudor frío y nuestros recuerdos pegados en mi piel.

Puedo jurar que hay noches en que mis sueños son tan reales que siento que me voy a perder en el pasado, que no existe un presente ni un futuro sin tu nombre.

Pero no puedo evitarlo, porque tengo miedo de que si no revivo estos momentos, los pocos que conservo contigo no duren y tú te conviertas en nada más que un fantasma.

De todo el tiempo que pasamos juntos lo que más recuerdo es el principio.

Porque la primera vez que te hice sonreír sentí el calor del sol dentro de mí por unos segundos, el dolor ya no estaba y éramos tú y yo, armados, juntos de la mano, contra el mundo que solo quería separarnos.

Podría estar toda la vida recopilando una lista de las cosas que te describen, pero me pierdo en un mar de palabras tan profundo que me sería difícil no perder la poca cordura que me queda.

Y aunque tus relaciones pasadas te dejaron roto en miles de pedazos te prometí que te amaría con todas tus imperfecciones.

Me obligo a pensar que lo hice hasta el último segundo de nuestra corta vida, al menos de tu corta vida conmigo.

El momento en que tus ojos me dieron las gracias, vi mi reflejo en ellos y me di cuenta que me habías dejado entrar donde solo unos pocos habían estado.

Lo que estaba bañado en oscuridad de repente se volvió claro, brillante, como si nunca hubiese estado tan alta en mi vida.

Este era el lado de tu corazón donde escondías todo a lo que siempre has temido, todo lo que has perdido, todos los arrepentimientos que has enterrado, todas las memorias que has olvidado...

Allí están todas las noches que has llorado y te dejaron sin aliento.

Sé que no es fácil que cada paso que das te recuerde a un error del pasado.

Cuando cada sonrisa falsa oculta el dolor que desearías poder reemplazar con algo más que un peso extra en tu espalda.

A veces vas a ser el primero en caer al suelo para saber el sabor del fracaso, pero poco a poco aprenderás a no temerlo.

Lo sé, tu siempre has sido el fuerte, ¿recuerdas?

Después de todo, hay un par de cosas en este mundo más resistentes que el alma humana.

¿Y sabes qué?

Llegarás a tener ese futuro tan brillante y bonito, como el que tú y yo imaginábamos, y será tan bonito y tan real que tu corazón se preguntará si ya tenías el cielo bajo tus pies.

Y te estaré esperando allí, en la pradera donde nos vimos por primera vez, donde escuchamos aquellas bellas canciones de verano, donde por primera vez me sentí lo suficientemente valiente para decir te amo, sin miedo a las represalias, sin miedo al rechazo y lo mejor de todo.

No tenía miedo a perderte.

Es curioso, sus, esas, tus, canciones siempre me hacen volver atrás, de vuelta al principio, donde tú y yo éramos desconocidos, pero no existía un te amaba o un lo siento, solo voces que perdurarán para siempre.



Cosas que no te pude decir a la caraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora