2.5. Caballeros y dragones

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Craig para este punto, respondía amablemente a cada pregunta que la madre de Tweek le hacía, pero, a pesar de que ya habían pasado dos horas desde el incidente de la mañana y que el rubio ya se había comido prácticamente toda la bandeja de postres, él aún no terminaba de salir del trance de la locura que había sido su día hasta ahora.

Tweek, ya no estaba tan enojado, había aprendido a sobrellevar ese comportamiento de su madre a base de comida y café.

Una vez la bella mujer quedó satisfecha con la conversación (interrogatorio) se retiró de la sala para dejar que ahora ambos jóvenes enamorados discutieran si preferían manteles amarillos o azules para la fiesta nupcial.

El silencio inundó el salón cuando la mujer se fue, Craig aún podía sentir el odio emanar de parte del rubio, y Tweek únicamente estaba concentrado en que su café se enfriara lo suficiente para no quemarse.

-Y bien... ¿manteles azules o amarillos? -Intentó romper el hielo.

-Mmmm, yo creo que amarillos, y ¿tú qué prefieres? ¿un puñetazo en la cara o en el estómago cariño?

-Exclamó la princesa. -Craig iba a continuar con la broma, pero al ver la mirada de Tweek alertándole que estaba al quiebre de su paciencia, se contuvo.

-Mira, tienes dos opciones Craig. -Te vas de aquí de una vez, tomas el siguiente barco de regreso a tu casa y yo le digo a mi madre que las relaciones a distancia no funcionan; o bien, te esperas aquí hasta que ella regrese y yo me voy a cualquier otra habitación lejos de ti.

-En ese caso, prefiero esperar aquí. -Tweek suspiró, ya no enojado, ni frustrado, sino cansado, apenas eran las 11 de la mañana y ya su cerebro estaba al tope. Estaba por levantarse e ir a flojear el resto del día aprovechando que al menos con la visita de Craig, su madre cancelo sus clases. Pero, lo distrajo que el azabache de un momento a otro se levantara de golpe y fuera hasta la caja que traía consigo.

Craig al abrir la caja, suspiró aliviado, su pequeña mascota estaba bien y sí le había dejado comida y agua suficiente. Pero, de igual forma necesitaba dejarlo salir de esa caja para evitar que se acalorara más de lo que seguro ya estaba.

Los ojos de Tweek brillaron al ver como el más alto cargaba al pequeño animalito entre sus manos. Y esta reacción no pasó desapercibida por Craig.

Al parecer su estrategia tardó mucho más de lo esperado en llevarse a cabo, pero, si estaba provocando el efecto esperado en el rubio.

-¿Quieres acariciarlo? -Sonrió satisfecho Craig, alzando un poco al cuyo para mostrar lo adorable que era.

Tweek se mordió el labio ante la duda, quería mantenerse estoico y frío ante cualquier comentario del azabache, pero, estaba jugando sucio y le era imposible el resistirse a acariciar a una criaturita tan sumamente linda y que además tenía un disfraz de dragón. Así que actuando más por impulso que por razón, asintió entusiasmado a la pregunta.

Craig sonrío, se sentó en el suelo y con un ademán le indicó al rubio que hiciera lo mismo frente a él. Tweek hizo caso y una vez ambos sentados, el azabache pasó al cuyo a las manos de Tweek, el cual no sabía muy bien como tomarlo pues era un ser tan pequeño que temía lastimarlo al menor movimiento, pero se tranquilizó al ver que el animalito no estaba nervioso e incluso se acurrucó en su regazo, así que con sumo cuidado comenzó a pasar suavemente sus dedos por la cabeza y dorso del cuyo.

-¿Cómo se llama?

­-Es Stripe.

-Vaya, como la mascota de Red Racer.

-¡¿Has visto la serie!? -Ahora eran los ojos de Craig los que exaltaban mucha emoción y se concentraban en la expresión del rubio.

Tweek se sintió un poco nervioso ante la mirada fija de Craig así que bajó la cabeza para mejor enfocarse en acariciar a Stripe. -Ahm, sí. La veía cuando era niño.

Lucky kiss - CreekDonde viven las historias. Descúbrelo ahora