Bugambilia

1.8K 93 2
                                    

Salir estresado del trabajo era una carga emocional fuerte, más cuando tenía que volver a casa y a su disfuncional familia, esa que hizo un día sin saber que pasaría.

No renegaba de sus hijos, amaba a sus pequeños, pero las condiciones en las que fueron concebidos no fueron las mejores, menos en el ceno de una relación donde de su parte no existía el amor.

Para Mingyu no fue una sorpresa y en menos de lo que espero ya estaba frente al altar aquel día. Era sorprendente cómo pretendía amarle cada día. Su corazón no era conciente cuando estaba ebrio o simplemente no admitía lo mucho que amaba a la otra parte de su corazón.

Tocó su cien bajando de su auto y caminó hasta la puerta de su casa. Miró a la señora que ayudaba en su casa y le sonrió con cortesía; era su mejor amiga incluso.

Dejo el maletín en la mesa mientras desabrochaba los botones de su camisa de manga larga y espero pacientemente por aquel vaso con wisky que siempre lo esperaba al llegar.

Se desabotonó el saco gris y se dejó caer en el asiento. Miro a su hijo más pequeño jugando en la mesa de centro del lugar y a su hijo mayor haciendo quizás sus tareas.

Suspiro al sentir las manos delgadas de Eunbi sobre sus hombros haciendo un masaje en ellos para quitar la tensión que se generó durante el día.

Él sonrió dudosamente y alejó las manos de ella. Últimamente no se sentía con ánimos de ser tocado por ella. Como cada noche desde la promesa de amor eterno, quería estar compartiendo cuerpo a cuerpo, pero no por alguien que no fuera otra persona.

Y es que la cosa era simple: le gusta una como mujer, por ser perseverante, trabajadora, educada y una excelente madre de familia con carácter.

Pero el chico de su vida era inteligente, amoroso, conservador y estricto, con un exquisito don para seducirlo cada vez que lo veía.

Su cabeza era un lío y lo estaba matando, el dolor de su cien era cada día más fuerte y los nudos en sus hombros se retorcían, producto de sus pensamientos.

Las manos juguetonas de Eunbi tratando de masajear no servían mucho; lo agradecía, de eso estaba seguro.

Pero sabía lo que necesitaba, y lo que necesitaba estaba pasando por un mal momento junto a él en ese momento.

[...]

—Hagamos esto rápido, estoy estresado y cansado, además mañana debo llevar a mi familia a una cita.

—Oye, no soy tu calmante de calenturas, si tanto te importa tu familia, entonces quédate con ellos y no me busques.

—¿Crees que dejaría a mi familia por cualquier zorra que se me cruce en el camino?

—Para tu información, soy él. En segunda, yo no soy algo, soy alguien y si sigues diciendo estupideces, mejor me voy.

—De arrastrado con alguien más, debí suponerlo.

—No debería sorprenderte, soy jodidamente sexy y mucho para cualquier imbécil.

—No vales nada, por eso me enamoré de ella.

—Vete y no vuelvas, ¡largo!

[...]

Suspiro, tomó su cabeza entre sus manos y negó en repetidas ocasiones. Él lo provocó y otra vez volvió a ser un imbécil con sus palabras. Era cierto que él no era una cosa, era una persona y no cualquier persona. De nuevo lo hizo perder.

—Cariño, ¿no deberías arreglarte para ir a la cena de caridad de los Lee?

El alto aisintió, quitándose la corbata a medio camino para tomar una ducha y soltar los pensamientos de su cabeza que lo atormentaban, por lo menos un momento en la noche...

Miro el closet y sacó un nuevo traje ajustado negro. Su esposa se acercó ajustando su corbata mientras dejaba un beso en mejilla.

Eunbi volteó los ojos cuando quiso besar los labios de su esposo y él solo volteó la cara hacia otro lado...

Sonrió, poniéndose sus pendientes dorados y finalmente salieron de su casa directo al auto.

Ambos salieron del auto tomados de la mano.

Su mujer se voltea arreglando el cuello de su camisa y sonrie acercándose a él.

—Por favor, no bebas está noche, al menos no tanto.

Sober (Meanie) MINWONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora