Epílogo

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7 años después

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7 años después.

Geralt de Rivia era un hombre exageradamente serio que no disfrutaba de las fiestas, porque ¿A quién en su sano juicio le gustaría embriagarse hasta subirse a una mesa y ponerse a hacer el ridículo? Claramente a Jaskier le gustaba ¿Y a Yennefer? ¡Ni se diga! Adoraba ser testigo de las humillaciones que el bardo se hacía a sí mismo cuando las botellas de vino pasaban una tras otra ante él.

Geralt volteó a ver a Cirilla, quien charlaba animadamente con algunas personas y así descubrió que en realidad había cosas buenas en las fiestas, las cuales no había notado antes debido a que no tenía nada, pero ahora tenía una familia: tenía a Ciri, que era como una hija, alguien a quien amaba.

No le fue tan mal con el derecho a la sorpresa en realidad.

Entonces sintió que alguien tiraba de su espada y se preparó para atacar, hasta que descubrió a un pequeño niño que no podía tener más de seis años, el cual le tenía una moneda dorada mientras sonreír, dejando ver que le hacía falta un diente. El pequeño infante en cualquiera (menos Geralt) podría provocar ternura, pues sus grandes ojos azules eran expresivos y su cabello rizado y dorado provocaba deseos de despeinarlo.

—Señor brujo, ¿Puede ayudar a mi mamá? —Preguntó con educación el pequeño y Geralt enarcó una ceja, sintiéndose curioso. —Ella le necesita, ¿Puede hablar con ella?

—¿Por qué tu mamá no viene? —¿Quién enviaba a un niño a hablar con un brujo en medio de un baile? Era ridículo, aunque creativo si trataban de apelar a la lastima con tan adorable creatura.

—Porque ella es así. —El pequeño bajó la moneda y Geralt comenzó a notar cierto parecido con alguien, aunque no podía decir exactamente a quien. —Si no viene mi mamá se va a enojar con usted.

—¿Y qué haría tu mamá entonces? —Le causaba gracia el niño porque no hablaba con miedo a su madre, parecía simplemente advertirle que ella podría enojarse y todo comenzaría a salir terriblemente mal para el brujo.

Entonces el niño le tomó la mano y comenzó a tirar con sorpresiva fuerza para ser tan joven y pequeño.

—¡Solo mueva su valle de la plenitud, señor brujo! —Le gritó y algo en la forma en que dijo "valle de la plenitud" hizo que Geralt se levantara de la silla en la cual llevaba sentado cerca de dos horas bebiendo cerveza para seguir al niño.

El niño lo guió a un ala separada del castillo, rumbo hacia donde estaban los balcones que daban una vista privilegiada, tal vez por eso el lord en turno decidió vivir ahí, porque era un espectáculo impresionante en las noches, cuando el pueblo comenzaba a encender antorchas para calentarse, mientras el hombre se cubría con mantas hechas con pieles de animales exóticos.

Sus pensamientos se vieron interrumpidos cuando un olor curioso, el cual pensó que nunca volvería a sentir, inundó sus fosas nasales, llevándolo a un mundo de recuerdos donde se sentía avergonzado por emisiones nocturnas, pero a la vez consternado y feliz por ver a esa belleza imponente. Lo llevó de vuelta a aquella vez que sintió amor, un amor fugaz que tuvo que dejar ir, pero que no olvidó, a pesar de que tenía una familia entonces.

Moonlight {Geralt de Rivia}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora