3 |Mejor zorra que mojigata|

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Si había algo que Geralt de Rivia odiaba (entre las muchas cosas que detestaba) era a las personas histéricas y acababa de enfrentarse a una pareja que lo dejó con un fuerte dolor de cabeza

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Si había algo que Geralt de Rivia odiaba (entre las muchas cosas que detestaba) era a las personas histéricas y acababa de enfrentarse a una pareja que lo dejó con un fuerte dolor de cabeza.

El panadero y su esposa le explicaron que su hijo había salido en la mañana del día anterior y nunca volvió, también le decían que a lo mejor aquella misteriosa criatura había vuelto a atacar, llevándose lo más preciado que tenían; lo dijeron en medio de gritos y sollozos, pero algo logró entender.

En el fondo, muy en el fondo de su ser, en un lugar casi inexistente podía sentir pena por ese par de padres e incluso llegar a sentir simpatía, pero en cuanto recordaba quien era y una pequeña parte de su pasado envió cualquier clase de sentimiento al fondo de su cabeza para comenzar a preguntar hacia donde se dirigía el joven, como era y si cabía la posibilidad de que solo hubiera decidido marcharse por su propio pie -la mujer con esa pregunta se ofendió tanto que casi cruza la mesa para rasguñarle el rostro de no ser porque su esposo la sujetó-. Finalmente, le dijeron que el joven se fue con lo único que traía puesto luego de recordarle groseramente que los brujos no tienen sentimientos.

Salió de la panadería y meditó a qué clase de criatura podría estar enfrentándose. Rebuscó en todos sus conocimientos sobre monstruos y no había nada que tuviera ese modus operandi, ya fuera kraken, Shtriga o esfinge ¡Nada! Ese monstruo parecía más listo que cualquier otro porque no dejaba pista alguna, por ende, comenzaba a creer que era un humano y eso se salía de su medio de trabajo.

Cuando llegó al callejón más cercano no encontró a Roach en el lugar donde lo había dejado, lo cual era extraño y llegó a sentir temor de que alguien se lo hubiera llevado, pero eso no era posible porque el caballo era un ser bastante listo y nunca se alejaba del lugar donde él lo dejaba; si alguien trataba de obligarlo a marcharse se defendía, o al menos relinchaba para hacerle saber al brujo que algo ocurría.

Suspiró y bajó la mirada hacia el suelo, donde había huellas húmedas de herraduras y las de sus propios zapatos, no de un tercero, así que el animal dejó el callejón por su propia decisión. Siguió las marcas similares a las de una U, notando como se hacían más finas con cada metro, lo cual en algún punto dificultaría su búsqueda.

Pero no ocurrió, pues encontró a Roach en otro callejón a un par de casas de distancia, aunque no estaba solo, tenía como compañía a una persona que le extendía la mano, donde había algo ¿Era una zanahoria? En efecto lo era. Normalmente los niños le ofrecían comida al animal para tratar de ser amistosos, uno incluso llegó a ofrecerle un pedazo de carne -en su inocencia no pensó que era de caballo-, pero la persona frente al animal no era un niño, era un adulto que se cubría con una capa de apariencia costosa debido a la tela y estilo.

—¿Qué haces con Roach? —Preguntó viendo con desconfianza a la persona. No podía ver su rostro, solo sabía que Roach comía la zanahoria que le tendía y él nunca aceptaba comida de extraños.

Finalmente, la persona se dio la vuelta y él vio su rostro, el cual le atormentaba despierto, cosa que empeoraba cada hora que pasaba sin dormir por temor a soñar nuevamente con ella. Love dejó caer la capucha de su capa, dejando ver su cabello perfectamente arreglado, el cual era adornado en la cima de la cabeza con una especie de tiara color plata.

Moonlight {Geralt de Rivia}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora