¿SENTIMIENTOS?

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Un par de semanas pasaron desde que se conocían, ambos por su parte tenían secretos, secretos puros e impuros que no podían confesarse. A veces por las noches cuando se encontraban, sus sentimientos florecían y eran tan poderosos que ninguno podía ir contra eso, terminando por entregarse en cuerpo y alma al deseo carnal del fruto rojo de la pasión. 

Habían terminado de revolcarse en la cama, acomodándose uno al lado del otro, abrazados con la respiración entrecortada. 

—No había querido preguntarte, pero siempre que hacemos el amor apagamos las luces porque eso es lo que me pides, pero aunque apagues las luces, mis manos aún pueden sentir, ¿Sabes? —confesó Taehyung mirando el techo con la poca y casi nada de luz que entraba por la ventana— y si no quieres contarme, no pasa nada... 

Jungkook se quedó en silencio varios segundos, sabía perfectamente a lo que el mayor se refería y aunque era parte de su inolvidable pasado, aún dolía. Tenía el alma rota, le rezaba al infierno porque ya el cielo no escuchaba. Estaba desesperado pidiendo a gritos una salida de su propio tormento. Dudó más de una vez sobre si abrir sus heridas para cerrarlas por completo después, pero tenía miedo porque, aunque se había desnudado muchas veces frente a la persona que lo abrazaba cálidamente pero jamás había quedado expuesto, pues nunca hablaba de sí mismo y cuando le hacía preguntas, este las desviaba, pero no podía ser así por siempre, ¿verdad?

—Son de cuando era mas joven —habló finalmente sorprendiendo a su compañero— era un delincuente y aunque traté de borrar ese pasado, mi cuerpo aún es un lienzo de historias —sonrió soltando una pequeña risa que le pesaba más que su cuerpo intentando contener el dolor. 

—Está bien, no tienes que decir nada —dijo serio aquel ser casi de luz. Entendió todo; el porqué de sus sábanas en los espejos, sus cortinas cerradas, el oscuro departamento y su soledad. 

—Mis padres me echaron de casa cuando tenía 16. Debo decir que si me busqué lo que me pasó pero ese hombre... —se quedó callado y después de un rato, se levantó de la cama mirando entre la oscuridad los negros ojos del castaño seriamente— Taehyung, yo maté a alguien. 

El silencio fue más de lo que ambos pudieron soportar, no parecía ser mentira pero ¿Cómo es posible que alguien como él haya matado a alguien? Habían más preguntas que respuestas y Taehyung no podía soportar no saber todo, pues él estaba seguro que de no tener una buena razón, el menor no haría tales cosas, pero ¿Qué podía saber él? a penas lo conocía hace un mes.

4 horas. 

—¡Jungkook! ¡VEN AQUÍ, HIJO DE PERRA! —lo llamaba su padre borracho después de haber golpeado a su madre hasta dejarla moribunda. El pequeño de solo seis estaba escondido bajo la mesa con su hermano recién nacido entre los bazos y su hermana pequeña abrazándolos por el miedo. 

El bebé comenzó a llorar y de manera simultánea, su hermana pequeña también. Jungkook como el mayor, evitaba derramar siquiera una lágrima, hipando y apretando sus puños con fuerza, rezando porque su padre no los encontrara y si lo hacía, que lo tomara a él pero dejara en paz a sus hermanos. 

El pequeño veía como su padre arrojaba todo al suelo en un arranque de ira, pegándole una patada tan fuerte a su madre que yacía en el suelo sin moverse y sin siquiera defenderse que sus ojos se llenaron de lágrimas de rabia. Con cuidado dejó al bebé en los brazos de su hermana y corrió a defender a su madre poniéndose sobre ella cubriendo el rostro de esa pobre mujer entre sus brazos. 

—¡YA DÉJALA! —gritó soltando al fin las lágrimas que contenía y haciendo que aquel hombre se riera burlesco de la situación. 

—¿Sí? ¿Y qué hará la pobre rata para detenerme? —habló sonriendo ladinamente y mirándolo con desdén desde arriba, propinando una patada en la sien y otras dos en la espalda —¿AH? ¿QUÉ VAS A HACER PARA DEFENDER A TU PUTA MADRE? ¿AH? 

El pequeño aguantó cada golpe, cada patada en la cabeza y cuerpo, cada palmada bruta. Sus orejas sangraban al igual que su carita, su cuerpo se había llenado de moratones y hematomas al instante mientras seguía rezando porque no salieran sus hermanitos de donde estaban. Perdió la consciencia cuando aquel macizo hombre le quebró la botella de cerveza en la cabeza.

Esa escena cruel se repitió continuamente durante años, pero su madre se negaba a dejarlo. Según ella... lo amaba.  

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12 HorasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora