12 Horas

¿MONSTRUO?

Todo era oscuro en su vida, a sus cortos años de edad lo único que quería era salir de esa vida y llevarse consigo a sus dos hermanos pequeños. Se sentía el responsable por ellos y a la única conclusión que pudo llegar fue la delincuencia. 

No le gustaba la idea de sentirse tan libre cometiendo actos tan perniciosos, pero al fin sentía que tenía algo más de control en la vida. Dejó de rezarle al Dios que nada oye y comenzó por ganarse o perderse la vida como podía, al fin y al cabo, según él, en ese momento se buscaba las propias cosas malas que le pasaban y dejaban de ser porque así lo quiso la vida. 

En su dañada mente y alma, creía que era mejor ganarse lo malo a que le pasara porque sí. Sus acciones sin embargo, decían otra cosa. 

Se dedicaba a vender drogas en lugares a los que nadie iba por el mismo terror de lo que pudiese pasar. Su cuerpo estaba tan lleno de cicatrices que una más no sería diferencia. 

Varias veces llegó a la sala de urgencias por ser apuñalado y por ser menor de edad, jamás se le cuestionó, pues las mentiras que él decía pasa zafarse, eran creíbles y con la traumática infancia, manipular a las personas se había vuelto tarea de bebé. 

Esa noche fue una de las más oscuras, iba llegando a su casa y a pesar de la hora, las luces seguían aún encendidas. Un miedo intrínseco inundó su alma y su corazón comenzó a acelerarse. Un mal presentimiento hizo que el aire dejara de llegar a sus pulmones por leves segundos soltando todo el aire retenido en un suspiro. 

El miedo que invadía su joven cuerpo le hacía temblar y sudar en frío, hasta que finalmente pudo dar un leve paso, luego otro y otro hasta quedar frente a la puerta. 

A pesar de que las luces estaban encendidas, no había ruido, no se escuchaba nada y eso lo paralizó aún más. Acercó su mano lentamente a la manilla de la puerta que se encontraba semiabierta y la terminó de abrir encontrándose a su madre tirada en el suelo cubierta en sangre, su hermano más pequeño sobre ella lleno de heridas y con lágrimas en los ojos, pero lo peor vino cuando vio hacia el frente. 

Su padre estaba embistiendo a su hermana una y otra y otra vez sobre la mesa, violándola y desgarrando su entrepierna. Ella solo tenía catorce. Su mirada estaba perdida y sus manos atadas sobre su pecho, su padre con una mano sostenía las manos amarradas de la menos y con la otra tocaba asquerosamente los senos de la muchacha. Ella tenía los ojos rojos pero ya ni siquiera salían lágrimas. Las plegarias a Dios habían sido omitidas. 

El hombre al percatarse de que Jungkook miraba la escena se regodeaba embistiendo aún más fuerte, haciendo que su hija, su propia hija gimiera del dolor en un grito agonizante, desgarrando su garganta y colapsando sus cuerdas vocales. 

La ira del joven fue tal, no tuvo tiempo para reaccionar, corrió hacia él sacándolo de sobre su hermana y lo empujó al suelo. Todo se fue a negro y cuando se dio cuenta y volvió en sí, estaba sobre su padre con un cuchillo en la mano clavando una y otra vez el artefacto sobre el rostro de ese infame para no tener que verlo más mientras gritaba llorando y sacando todo lo que quedaba de su ira hacía ese monstruo. 

Horas más tarde llegó la policía y se llevaron a todos al hospital. El hombre estaba claramente muerto, según la autopsia, había recibido más de cuarenta puñaladas solo en el rostro y cuello, algo casi imposible para un ser humano. 

La madre de 38 años quedó internada en el hospital con múltiples fracturas en su cuerpo y rostro, su hermano pequeño de tan solo 5 años falleció defendiendo a su madre, los golpes que recibió en las costillas fue tal que le perforó los pulmones haciendo que se desangrara internamente y su hermana de catorce tenía los genitales totalmente heridos quedando infértil, pues el daño causado afecto sus ovarios. Sus senos quedaron con heridas múltiples y hematomas. Su estado mental era cuestionable. 

Cuando finalmente los tres que quedaron salieron del hospital, su madre se volvió lo que su esposo era, condenando a sus hijos hasta que finalmente echó como un perro a Jungkook. 

—¡ERES UN MONSTRUO! ¡Eres asqueroso! y ten por seguro que en esta vida ¡Y en las que siguen! nadie, absolutamente nadie va a amarte... maldito asesino —condenó su madre al joven que no entendía que pasaba. 

Vivió en la calle haciendo lo que podía para mantenerse con vida y al año siguiente se enteró de que su hermana, su pequeña princesa se había quitado la vida en el cumpleaños de su madre como "regalo" para que ella pudiera comenzar de cero. 

—Un monstruo... —susurró para sí mismo caminando mientras buscaba en donde dormir.  

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